lunes, 1 de junio de 2009

¡Pumas campeón clausura 2009!

En mi cabeza las ideas dialogan entre sí, se interponen unas a otras en la mesa de mi mente como en un juego de cartas, no sé todavía si como en una partida de naipes, Yu-gi-oh, Uno... ¡lotería!, ese me gusta más y es más representativo.

—Ya vuelvo a mi cuerpo. Es bueno sentirme de regreso. Siento un dolor distinto, el de la oreja con poca circulación de tanto reposar mi peso en ella; no como el del fin de semana; ese que he padecido dos ocasiones, justo al mes, abril y mayo; ese que me eleva la temperatura a más de 38 grados y ahora hasta los límites del 39, ese que llega de la mano de un problema estomacal.

—¡Los Pumas de la UNAM son campeones del clausura 2009!, eso quita cualquier dolor. ¡Goooya, Goooya, cachún, cachún ra ra Cachún Cachún ra ra, Goooya Universidad! No bastaron —según los expertos/imbéciles— los impresionantes números de un Pachuca, ‘ser el mejor del torneo’, ‘superlider’; ‘como están jugando’; ‘a los pumitas les tiemblan las patitas’. Jajaja y más jajaja y recontra jajaja. Les respondí: “Para ser campeón hay que ganarle a todos, así venía el Santos hace unas temporadas, y en CU, les dimos una repasada y luego en el Corona, los dejamos fuera”.

—A ese dolor se suma el del los riñones, pero ya instalados en categoría “piquetitos”; el de la garganta, me lo gané a pulso, bueno más bien lo provoqué con gusto. Cómo no te voy a quereeer…

—De plano tendré que dejar un día de ver futbol, pero eso será cuando mi corazón no aguante tanta emoción, por ahora se chinga. Ayer pensé que se me saldría, o reventaría o pararía o desbocaría o pudriría si perdíamos la oportunidad de coronar seis veces; sobre todo si tomamos en cuenta que el equipo de enfrente jugaba en su casa, juegan detrás del Chaco Jiménez, pero ganamos.

Y qué chingón suena: Somos campeones, sí, Somos con mayúscula, porque si alguien después de sufrir y gozar y maldecir y “llamarle” por teléfono al Tuca Ferreti y gritonear y mentarle su madre al árbitro y odiar al plantel y a la directiva y a todo el mundo, no puede unirse al festejo como uno más del equipo e institución, pues el universo está de cabeza o para ser más claro, quien diga que no, que chingue a su madre. Yo también sudé, mi camiseta, pero la sudé, los calzoncillos, mis calcetines.

El futbol cura; gracias que sudé, salió lo último de fiebre que guardaba en mi interior; mi alma estrujada por la emoción y esa extraña idea de maldición del Tuca en finales, que habitaba en mi interior desaparecieron con el sudor; así se siente al jugar.

—Las vueltas que da la vida hoy la mañana gris citadina me llena de más regocijo, pero hace dos días, y aún en la noche de ayer domingo me sentía enfermo. El diagnóstico: ‘infección en vías urinarias; no tomas muchos líquidos y tomas refresco’, eso dijo el doctor tras una larga espera en dos hospitales, típico en esta ciudad capital, todo mundo enferma y lo hace al mismo tiempo que uno.
En el segundo centro hospitalario todo se dio de manera más rápida, increíble, como si fuera de primer mundo, sala de espera limpia, bancas limpias, piquete de nalga y listo, tratamiento para dos días; ahora a la clínica de mi preferencia.

—Recuperar mis dolores es una batalla ganada a la muerte. El del cuello por mala postura al dormir, el de la quijada, cuasi rota desde los ocho años por un balonazo. ¡Como no te voooy a querer; como no te voooy a querer; si mi corazón azul es y mi piel dorada siempre te querré...!

—Una jugada sublime de Pablo Barrera nos lo dio. Desparrama a dos defensas de Pachuca y sin mucho ángulo de tiro se la clava a Calero, Caleeerooo, Caleeerooo, Caleeerooo y éste se la traga completita. Y qué dijeron cabrones, podremos remontar, sí pero nunca pudieron ganarnos.
En sentido estricto un triunfo y un empate, saldo a favor, simple aritmética. Quién le va a Pachuca, Hidalgo, quiénes le van a los ¿Pumas? Más, sólo la comunidad universitaria, que estudia, no los güevones porros, desertores, arribistas, oportunistas que hacen desmanes y todos aquellos que tienen por segundo equipo, porque en su corazón yacen otros colores o por convicción o esos Pumas de clóset o solidarios son muchos más, y por eso y por las seis estrellas de nuestros campeonatos comos grandes.
Que nadie lo olvide, Los Pumas de la Universidad Nacional Autónoma de México son Grandes.
—Ayer le comentaba a Angélica: ya pasó el dolor, la angustia, el miedo a la frustración, al desamparo de perder otra final, de no ganar nada, de llegar como llegamos, de vencer al Tecos y al Puebla en el último suspiro, de ganarle a “mejor del torneo”, ja, en la ida, para no traernos el campeonato.

Y es que una cosa es la confianza y otra el azar de los nervios, de las habilidades del jugador. Uno pone, Dios dispone, llega Pumas y todo lo descompone, para bien o para mal, para nosotros mismo o para el otro. Impredecibles a ratos, preclaros en otros, contundentes y permisivos como en esta final que me recuerda que estoy vivo, que recuperé mis dolores y por lo tanto que estoy vivo.

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