Miguel G. Galicia
La cita con Diego El Cigala es en un hotel de la ciudad de México. Pero decido invitarlo a un paseo por otras latitudes, el lado oscuro del corazón, el tango y el flamenco, expongo. Al fin crustáceo sonoro —eso es una cigala—, amante del movimiento, acepta andar por esos territorios. En un barrio perdido, inexistente, con ambientación de película buñuelesca, nos detenemos justo donde empieza todo, esta plática y su más reciente apuesta musical; en la esquina que conforman El Arrabal y El Sufrimiento.
“Estoy contigo”, acepta, el tango y el flamenco, como la música mexicana, “son músicas con un duende y con un misterio que nada más se pueden encontrar en esos rincones. Si los quieres buscar en otros rincones no van a asomar ese arrabal que tú quieres, no es posible”.
Y de ahí iniciamos la marcha, e intercambiamos ideas mientras caminamos por esa calle donde la tristeza se abre a nuestro paso; cuadra larga como novela de Dostoievski, con sus comercios de lágrimas y amores perdidos.
Diego aprendió a cantar antes que a hablar. El artista de este tipo de canciones, le digo, las canta de algún lugar de su ser. Desde dónde canta El cigala… no espera ni un segundo y suelta: “Desde el corazón, es que no sé cantar de otra manera, yo no sé cantar ni del diafragma, ni del coco”.
Cigala conoce como la palma de su mano el flamenco, pero ha explorado nuevos territorios en su disco, Cigala&Tango (Universal, 2011) como ya lo hizo antes en el disco Lágrimas negras (2003) junto al pianista Bebo Valdés. Por eso habla de su experiencia al incursionar en la música argentina. “Cuando yo empecé a fraguarlo (el disco) esto tuvo que venir de la gracia en ese mismo (Teatro) Gran Rex”.
Ese proyecto lleva dentro sus entrañas revueltas con el júbilo de quienes estuvieron en el legendario recinto argentino. Pero cómo llegó a esa esquina que ahora nos trae a platicar hoy. Él explica que fue un acto fortuito. “Yo pienso que como todas las cosas buenas. En uno de los momentos, presentando ‘Dos lágrimas’, yo ya no sabía qué cantar —después de dos horas y media—, y salí cantando ‘Garganta con arena’ de Cacho Castaña. Era la primera vez que yo cantaba un tango, y vi a tres mil 500 almas que enloquecieron”.
Doblamos en la esquina de Sufrimiento y nos sentamos en una banca, allí me cuenta: “Ahí directamente vi el disco, (sin embargo) lo mismo hubiera visto la derrota. Directamente vi a Marconi, a Juanjo Domínguez (dos de sus cómplices en el concierto). En ese mismo teatro, y con ese mismo público…” La Luz.
“Pero qué cosa más bonita que te suceda en un escenario. Y muchas veces yo me fui pensándolo: pero cómo he tenido el valor de grabarlo en una sola toma, ante un público entendido del tango; su música”.
Algo tiene de alquimista este músico de triste figura. Junto a él se siente una vibra fuerte, como mística, su voz es menos potente cuando habla que cuando canta, será por eso que tengo dificultad para entenderle a su acento gitano. Habla como entre sueños, apenas con susurros. Y comparte que cuando al bandoneonista Néstor Marconi le hablaron del Cigala, después lo sabría, éste veía en su imaginación a un gitano de 65 años, cantaor de flamenco y no le cuadraba.
“A los 10 minutos de haber estado hablando con él ya habíamos sacado ‘Yucali’, ‘Libertango’, ¡a los 10 minutos!… esas son las cosas mágicas que son inexplicables, porque eso me pasó con Bebo (Valdés), me pasó con Dos lágrimas; con (los músicos) Tata Güine, con Changuito y con Ruvalcaba. Y Ahora me ha pasado con Néstor Marconi y con Juanjo Domínguez”.
Y llegaron a un acuerdo. Les dijo: “La parte del tango, les decía, son ustedes caballeros. Yo a lo que tengo que dedicarme es a interpretarlo; no a ponerlo más flamenco. Si lo pones más flamenco —si esto lo haces más flamenco, jondo—, y esto no resulta ni modo. Tiene que ser una de cal y otra de arena, o sea ni más flamenco, ni menos tango, y ni menos flamenco ni más tango”.
Hacemos un alto en la charla/caminata y el vocalista describe la experiencia previa a su salida al escenario esa noche del 27 de abril del 2010. “Vivo una epifanía de miedos, temblores; momentos antes de salir, cinco minutos antes en el camerino, yo he encendido un cigarro, he apagado otro. Descalzo por el camerino andaba”. Y el argentino Andrés Calamaro hablaba con él. La energía vivida en ese momento trastoca a todos, a Marconi, a Domínguez, al Cigala, a Calamaro y surgieron las canciones que figuran en este álbum.
Como buen romaní la espiritualidad es parte fundamental de su quehacer. Antes de cantar, comparte, “le rezo a mi Dios Bendito, a mi Nazareno. Es que sin él no, no hay esperanza. En los tiempos que corren, es importante aferrarse a algo. Yo dejo mi carrera, mi vida, en las manos del Señor, siempre lo he dicho, en las manos del Señor, porque tengo mucha fe en él. Siempre que le he pedido algo, lo he pedido con tanta fe que nunca me ha dejado de su mano, y eso es maravilloso, tener esa fortaleza”.
Si el tango y el flamenco nacen en esta esquina, la del Sufrimiento y el Arrabal, pregunto, dónde nace él como cantaor. “Entre el Arrabal y el sufrimiento, jajaja”.
Durante generaciones los gitanos han sido perseguidos, sin embargo en los últimos años, esa historia empieza a cambiar. Hay quien dice que con poco sufrimiento se interpreta diferente, pues el cantar desde el dolor permite mayor emoción. Diego tiene su propia teoría. “El Flamenco es tan enriquecedor de por sí sólo, que no necesita ningún parapeto. Podemos hablar de música del alma. Y cuando nos topamos con músicos como Bebo, Ruvalcaba, como Jerry González, Marconi, Juanjo, ahí nomás se halla corazón. Entonces hágase la música”.
Continuamos con el recorrido y llegamos a la calle Oscuridad de este lugar imposible. El flamenco saca a la luz el lado oscuro de esta tradición gitana, “totalmente”, advierte convencido. “De cuando cantas una soleá. Lo he tratado de expresar de alguna manera; me pasaba con el bolero; me pasa igual con el tango, en el mismo sentido como cuando estás cantando en soleá o una bulería (dos de los muchos géneros del flamenco), y dices tú, pero cómo puede ser esto. Sí señor, el flamenco y el tango tienen muchísimo que ver. Es música nocturna, una música de nostalgia, de pena, de fatiga de dolor, de enjundia, de misterio, de duende.
“Donde mejor puedes escuchar un tango es un Gardelito a las nueve de la mañana con un buen trago y escuchar tango. Y en el flamenco, donde puedes escuchar cantar por soleá o una bulería, es a las nueve de la mañana con una guitarra”.
Enamorado del cante jondo, del tango, pero también de la música mexicana y de nuestro país, entre trago y trago de cerveza muerta, Diego comparte que la gente le pregunta que cuando hará algo con lo mexicano, y adelanta que ha empezado. “Si tiene que llegar, llega, de hecho acabo de hacer un tema con Oscar D´León, una ranchera, ‘Vámonos’, respetando a las rancheras, toda su melodía. Mira, yo no me he divertido más y me lo he pasado más padre que con este señor.
“Primero porque era una ilusión mía desde niño conocer a Oscar D’León. Entonces conocerlo y cantar con él, es una cosa de decir gracias Padre; segundo, que yo no me puedo imaginar a una persona tan flamenca y tan buen aficionado al flamenco como Oscar D’León. Te habla de (los artistas) la Perla de Cádiz, te habla de Camarón, de Paco De Lucía”.
El andar nos lleva ahora al callejón de la Agonía, lugar de casas con fachadas melancólicas, donde la gente aúlla de dolor. “A mí me gustaría tomar un tema de José Alfredo (Jiménez); tiene muchísimos temas, pero darle esa señal de lo que es México, pero tratarlo como me ha pasado con el tango, por ejemplo”.
El lado oscuro de Diego es así. “El lado oscuro… depende qué lado oscuro, del que cuando estamos furiosos, o el lado oscuro ese, que nadie quieres que sepa, pero que también muchas veces se evita, porque si te abres muchísimo pierdes ese filin entonces estar muchas veces bajo esa oscuridad te tiene alerta. A mí lo que más miedo me da es el lado oscuro de cuando la persona ya no piensa de corazón, sino que piensa de cabeza”.
La tecnología para grabar ayuda a mantener fresco ese filin del que habla el cantante. “Antes, recuerdo que grababas en las mesas estas grandes (expande el aire con los brazos), pero me lo pasaba padre, lo único inconveniente es que entre cada palabra, pasaban 3 o 4 minutos y se te iba la inspiración; ahora no, ahora es replay. Pero como no tengas ojo con eso, jaja, estás perdido, estás muerto; directamente te acomodas y no haces nada. Quieres que lo haga la máquina, eso no está bien. Tú lo tienes que hacer.
“Yo cuando grabo, lo hago en directo, quiero veros a las caras, quiero ver cómo están de espíritu, venga, conforme lo veo ya estoy. Ahora, si yo meto primero una voz, luego un bajo, una guitarra, ya estamos ensamblando algo; mejor vernos, y cuando nos equivocamos, nos pegamos una risa del carajo y nos paramos todos”.
Si el flamenco fuera una cartografía, “habría mucho verde; valles y montañas, es muy bonito, muy buenos claros, muy buenos ríos, cascadas. Que yo siempre que escucho una cascada de agua, sabes es como… el agua te da tal karma, como cuando vas al mar, y te sientas un ratico a escuchar las olas… es música. Si te paras con sol a las 7 de la noche frente al mar, es música. Yo lo veo así”.
En la actualidad, dice, “estamos viviendo una época, que me da miedo. No por mí, sino por mis hijos; veo demasiada destrucción; muchos tsunamis, terremotos, guerras. Yo creo que estaría muchísimo mejor si entre todos pudiésemos poner un poquito más de nuestra parte, que hubiera más unión, más amor.
“A mí me encantaría que no hubiera tantos odios, rencores. Y la música nos puede salvar de todas esas cosas. La música amansa a las fieras. Una buena dosis de música siempre. Escuchando flamenco o bien el Réquiem de Mozart, o latin jazz, jazz, yo que sé, lo que a ti te guste, para que tú lo sientas y tengas tranquilidad. Yo sin la música no podría vivir, quién podría vivir sin música. Aquí en México no se podría vivir sin música”.
En esa cartografía donde se ubica a su música, piensa, “el flamenco no tiene fronteras. Dicen que el flamenco ya está hecho. Lo dejaron los genios; los genios como Caracol, La niña del Peine, Juan Talega. Todos estos grandes dejaron ya ahí historias sobre el flamenco increíbles. Ahora lo que pienso que hay que escoger es todo esto de adentro (y toca su pecho), pero respetando siempre de dónde venimos eh. Nosotros venimos de una estirpe muy pura, no nos salgamos de ahí. Por eso siempre intento ser fiel conmigo mismo. Si yo estoy tranquilo conmigo mismo y feliz con mi música, seguro que puedo transmitir y respirar, todo ese aroma que siento, dárselo a ese público”.
Y llegamos al final de estas calles imposibles. Si bien la vida de Diego El Cigala no empieza aquí, es cierto que esta apenas es una parada de su larga vida, porque así vislumbra su futuro. “Me queda todavía un camino largo, porque acaba de empezar, pero me deparan buenas cosas; lo mismo que también cuando nos falla algo. El día que salgo a cantar a un escenario, y alguien me dice, jodé Diego que bonito ha estado, y a mí no me ha gustado; no para ni el perro a mi lado esa noche, me encierro en la habitación y ya estoy martirizándome conmigo mismo, y dice mi mujer, pero tío, porque eres así, porque no lo puedo remediar”.
Sí, él es un tirano consigo mismo. “Sí señor y quisiera desaparecer del mapa ¿vale?”
Antes de despedirnos, Diego Ramón Jiménez Salazar (su nombre de pila, nacido en Madrid, España el 27 de diciembre de 1968), toma aire, mece su pelo y describe cómo le gustaría que se le recuerde en 30 años. “Como yo soy, como un flamenco, porque soy flamenco, pero un flamenco muy musical. Yo no me considero solamente un cantador, no. Soy un flamenco abierto, que se acuerda de sus raíces”.
Una oncena de temas componen el disco Cigala&Tango. Allí, Diego, comparte energía con artistas argentinos de la talla de Andrés Calamaro, Néstor Marconi y Juanjo Domínguez, y por su grupo habitual en España (el guitarrista Diego “El Morao”, el contrabajista cubano Yelsy Heredia, el pianista Jaime Calabuig “Jumitus” y el percusionista Sabú Porrina), el cantaor madrileño interpreta en clave flamenca música de Gardel, Ástor Piazzolla o Atahualpa Yupanqui. Piezas clásicas del tango como “Tus ojos se cerraron” y “El día que me quieras” y contemporáneas como “Garganta con arena”.
FOTOS: http://www.elcigala.com/galeria
LOS PERIODISTAS SABEN COMO POCOS ENTES PENSANTES A QUÉ RITMO BAILAN LAS PALABRAS, CON QUE MÚSICA SE HACE EL AMOR. NINGUNA OTRA RAZA CONOCE MEJOR EL PELIGRO EN CUALQUIERA DE SUS PRESENTACIONES, PERO SOBRE TODO, NADIE MEJOR QUE UN PERIODISTA SABE DE QUÉ LADO MASCA LA IGUANA... Aviso: si sigues leyendo aceptas el uso de cookies y todo eso
▼
jueves, 26 de abril de 2012
miércoles, 18 de abril de 2012
El arte entre jóvenes infractores como forma de reinserción social
Comunidad Especializada para Adolescentes Dr. Alfonso Quiroz Cuarón CEA-QC
Los altos muros de este lugar invitan a mirar al cielo. Para entrar a este edificio hace falta una escalera grande, como dice la canción. Un guardia recibe al visitante, el registro obligatorio se repite dos veces más en igual número de puertas. El patio es amplio y en una de sus paredes hay una imagen pintada de un personaje ¿animado? que a esta hora de la noche apenas se percibe. Los dormitorios resguardan voces, murmullos de niños que han crecido maduros.
La Comunidad Especializada para Adolescentes Dr. Alfonso Quiroz Cuarón (CEA-QC) se ubica Petén en la esquina que hace con Obrero Mundial en la Colonia Narvarte, Delegación Benito Juárez. Afuera de este recinto la vida continúa reloj en mano.
Dice la ley que los chicos que aquí viven infringieron la ley, por eso están acá. Muchos de ellos son temidos en sus barrios; se corre la voz de que ellos pertenecen a una comunidad afamada por tener en sus filas a los más peligrosos.
Ellos han participado en delitos de diversos tipos; sus familias viven con ellos su encierro. Unos pronto dejarán el lugar y otros apenas empiezan su “medida”. Los prejuicios sociales dicen que sus carreras delictivas apenas comienzan…
Sin embargo Laura Guzmán Rodríguez y Melissa Lara Flores, dicen que no, apuestan diez a uno a que su vida, la de estos muchachos, puede cambiar… y trabajan para ello. Y a través del arte es como estas jóvenes entusiastas pretenden mostrar a los jóvenes infractores nuevas sendas de vida. Ellas han creado el proyecto Los museos van a las comunidades.
Como ellos no pueden recorrer esos recintos culturales, estas chicas generan visitas virtuales para “promover los derechos culturales, el disfrute, los procesos creativos. Hemos hecho varios museos, aproximadamente 10; con el Museo de Historia Natural y cultura Ambiental”, dicen en entrevista.
Su empresa más grande es la que nos junta en este edificio, ¿Y tú atacas o tiras paro?, una exposición trabajada por 11 meses y con una duración de apenas tres días en CEA-QC, pocas pero fructíferas jornadas. La exhibición abordó el tema de la sabana. “El chiste de esta exposición es ver diferentes interacciones entre comunidades ya que los chicos viven en una comunidad y la complejidad de estas interrelaciones entre ellos y el medio ambiente”, dice Laura Guzmán Rodríguez, encargada de la vinculación cultural de Laboratorio de Expresión Independiente (LEI), una asociación civil que trabaja con jóvenes.
La sala de exposiciones es blanca y en su superficie hay siluetas en acrílico que representan bichos; unos termiteros hechos por los menores son el preámbulo de las pinturas de leones que esperan al visitante.
“Escogimos el ecosistema de la sabana basándonos en tres animales que están en el tope de la cadena alimenticia (los leones) y las termitas que están hasta abajo, pero que tienen esta función de comunicar todos los nutrientes y las cuestiones químicas de la sabana para que todos tengan alimento y el ciclo se mantenga en equilibrio, y las cebras”.
El trabajo de LEI con jóvenes privados de su libertad comenzó hace algunos años, cuando los Centros de Tratamiento para Menores eran aún administrados por el gobierno federal. Con la implementación del nuevo modelo de tratamiento, a cargo del Gobierno del Distrito Federal, en 2008; sus proyectos experimentaron algunas adecuaciones de modo que pudieron seguir trabajando con la población de adolescentes atendidos por la Dirección General de Tratamiento para Adolescentes (DGTPA).
Así, los jóvenes hurgan dentro suyo y descubren nuevas formas de convivencia, de expresión de emociones y canalizan sus ímpetus y anhelos.
Del acercamiento a la exploración de nuevas formas de convivencia
Melissa Lara Flores, encargada de los proyecto educativos y de los programas con los chicos, señala que “desde que empezamos a trabajar con los chavos, y nuestra propia formación como historiadoras, estamos pensando y practicando una visión antropológica de nuestro trabajo; entonces nos interesa, primero, llegar a la comunidad, conocer a los chicos; ver más o menos qué perfil, que gustos tienen, mediante una plática. Las primeras pláticas que generamos son como un pretexto para conocerlos y a partir de entonces generar un contenido que sabemos que les van a ser mucho más cercanos”.
En ese sentido Alfredo Hernández Roldán, Director de la CEA-QC, en charla con @Infonoctámbulo, afirma que “esta comunidad se ha distinguido por enfocarse un poco más hacia la cultura. No dejamos de lado nuestras obligaciones que tenemos por ley, pero sí en el espacio cultural ha sido explotado a más del 100 por ciento con proyectos como el del Laboratorio de Expresión Independiente, con el actor Daniel Giménez Cacho, y con muchas más gente que ha participado aquí de manera voluntaria en el área de cultura.
“Apostamos siempre a la reinserción social de estos chicos; nosotros creemos que a través de la cultura y la educación, que van ligadas una de la otra, vamos a lograr que estos chicos vean otra opción, otro camino; cómo puedo expresarme cuando estoy contento, enojado, triste, feliz… a través de la cultura”.
La forma de trabajo de LEI se basa en acercarse a los jóvenes, posteriormente, explica Lara Flores, “los materiales audiovisuales que hemos generado, son a través de cuestionarios; les preguntamos ¿a ver qué museo te gustaría conocer?, se los traemos; ¿qué música les gusta?, pues mezclamos el video con la música que ellos quieren escuchar, de manera que atienda perfectamente a sus necesidades culturales”.
Para la historiadora Flores “el encuentro con las comunidades no se nos ha dificultado mucho. Siempre y cuando tú llegues como con otra visión de la educación, como desde una perspectiva muy equitativa. Nada de que yo llego con mi clase y me voy; no, es un trabajo muy cercano con ellos, desde el mismo nivel. De entrada si tú tienes esa visión y sabes que estos chavos tienen conflicto con las autoridades, no puedes llegar a imponerte como una autoridad; hay que saber hacerlo.
“Es mediante la práctica, allí es donde entra la antropología, en este proyecto, porque es como la metodología de la observación participante. Llegas a una comunidad existente y no puedes llegar con tus reglas, sino que debes adaptarte a las suyas”.
Guzmán Rodríguez advierte que “en realidad este no es nuestro primer acercamiento, llevamos seis años ya trabajando con las comunidades. Empezamos trabajando en (la Comunidad Especializada para Adolescentes de) San Fernando, donde desarrollamos un proyecto basado en el estudio sobre sus procesos identitarios, y eso nos ha permitido desarrollar otras cosas”.
Mas sus esfuerzos por acercarse a las comunidades de varones va más allá del género. “También estamos trabajando en comunidad de mujeres, precisamente haciendo un estudio desde la perspectiva de género, para ver los gustos, las preferencias de las chicas y de los chicos, y tratar de hacerlo más significativo todavía”.
LEI ha realizado trabajo en la Comunidad de Tratamiento Especializado para Adolescentes (CTEA), la Comunidad de Mujeres (CM) y la Comunidad Especializada para Adolescentes Dr. Alfonso Quiroz Cuarón (CEA-QC).
Además, LEI ha realizado acciones de prevención del delito en escuelas secundarias, con el apoyo del Instituto Mexicano de la Juventud, la Delegación Tlalpan, el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, siempre en vínculo con la iniciativa privada.
Los museos más solicitados por los menores de edad son el Museo de cera, el Museo del automóvil, el Museo del ejército, el del Calzado y el Soumaya.
No sólo llevan cultura…
“Lo que tratamos de hacer en este desarrollo de metodologías es mezclar los gustos que ellos tienen con lo que nosotros tenemos interés por llevarles. Esa ha sido la fórmula exitosa que hemos llevado de mezclar una cosa con otra. Ni darles todo lo que ellos quieren, ni lo que nosotros queremos, sino hacer una negociación: es esto pero va con esto.
“Por ejemplo del Museo del automóvil que nos pidieron muchísimo, hicimos la visita virtual y después se trataba de esculpir su propio carro, y otro chavo hizo la propuesta de mezclar el diseño automotriz con el Art decó”.
Lara Flores agrega: “queremos hacer una propuesta metodológica actualizada sobre cómo trabajar con los adolescentes, específicamente con los adolescentes en conflicto con la ley, porque es donde hemos incidido más, pero sí creemos que la educación está muy pasada de moda y creo que tenemos que rescatarla de alguna forma. Y nuestra propuesta siempre va ligada a la antropología y al conocimiento del otro para darle la forma que ellos quisieran que tuviera el conocimiento”.
Guzmán Rodríguez es enfática al decir que “siempre tratamos de preguntarles; la manera en que nosotros los hacemos sentir que son parte de este proyecto es preguntarles todo y ejercer la metodología de participación ciudadana. ¿Tú qué quieres, cómo quieres, te gusta o no? Por ejemplo para este proyecto no todos participaron en todo: ¿qué quieres hacer? No pues nos dijeron algunos ‘yo quiero sólo quiero pintar las paredes’, ah bueno pues nada más pinta las paredes de blanco. No pues yo sí quiero estar en el termitero, en los murales, las cédulas, los esténciles; las fotografías dijeron otros; recuerdo a un chico de San Fernando, que dijo que sólo iba a poner música, y así lo hizo”.
Y si bien ya tienen una forma de trabajo clara, encuentran algunos retos. “Nosotras ya tenemos una propuesta y la vamos adecuando de acuerdo a lo que estamos escuchando, pero no nada más de preguntarles, porque muchas veces los chicos no hablan, tratamos de observar, de ver qué quieren”.
Además otro factor de empatía es que “los nombres de las exposiciones los ponen ellos, —como el de ¿Y tú atacas o tiras paro?— y eso para nosotros es una fuente de información súper valiosa porque los nombres siempre denotan algo, y los de sus obras plásticas nos dicen muchísimo. También es analizar su discurso, hasta el lenguaje corporal. Cuando ponemos los videos estamos pendientes a ver qué hacen, si se están durmiendo, si se ponen contentos, si sonríen, si se recargan, como que todas las emociones que genera enfrentarte a una obra de arte las tenemos vivas en un salón de clases con ellos”.
Lara Flores envía un mensaje para los narvartenses: “Lo que nosotros queremos transmitir es una propuesta de renovación educativa, de que las cosas no tienen que ser aburridas, o tediosas, por un lado; pero por otro aunque suene trillado que sí hay que trabajar con los chavos, aparte es muy divertido y rejuvenecedor. Es una necesidad social, e invitar a la agente para que retome, a que asuma la responsabilidad, porque muchas veces uno dice: ‘no, es que la violencia, los asaltos’; pero entonces que hagamos todos algo. Que asumamos la responsabilidad social, civil, la ciudadana y la parte que nos toca”.
Guzmán apuntala: “Es como el empoderamiento de la ciudadanía; en el momento en que tú decides tomar acción y creo que la educación es lo más revolucionario que puede existir y es a través de algo pacífico”.
Melisa Lara retoma: “Esta exposición primero está aquí porque es para ellos, para empoderarlos y para demostrarles a ellos mismos que son capaces de hacer cosas nuevas. Y muy válidas y reconocidas, y después la vamos a sacar y la vamos a llevar al Centro Cultural Azcapotzalco, y ahí va a estar dos meses (diciembre de 2011 y enero 2012), y es para el público. Nosotros hacemos una recopilación de comentarios allá afuera, un video y se los volvemos a traer de regreso, les decimos mira lo que la gente piensa de tu trabajo, mira lo que pasó allá afuera.
“En un taller de los primeros que dimos sobre historia del arte, los chavos discutían sobre quién era más chingón, si Van Gogh o Edgar Degas. ¡Era ya una discusión de arte! Cuando llegan a ese nivel donde agudizan su capacidad de observación…” recuerda Guzmán Rodríguez.
En ese momento Lara Flores la interrumpe y rememora: “Al salir ese chavo nos dijo que quería trabajar con nosotras porque al parecer tenía más futuro de artista que de ratero”.
Alfredo Hernández Roldán acepta que toda esta labor rinde frutos que si bien no son inmediatos se notan. “Se puede medir de alguna manera el cambio en los chicos a partir de su participación en este tipo de programas culturales”.
Si se nota “a través de su manera de expresarse. Es increíble que estos chicos cuando recién llegan a esta comunidad, llegan completamente enojados con el sistema. Creen que la autoridad somos sus enemigos, y yo siempre les he dicho yo no soy tu enemigo; aquí estamos para ayudarte, aprópiate de la comunidad en este buen sentido: (toma) tu terapia grupal, individual, familiar. La escuela, el arte, la educación física, y todas estas actividades multidisciplinarias hacen que el chico cambie y tenga una manera diferente de expresarse”, recalca.
“Aquí puedes ver chicos que llegan con una relación familiar completamente desquebrajada y es aquí a base de todo esto, que los chicos tienen esa comunicación, esa interrelación con sus papás. Saben decirle a sus papás: ‘oye, estoy molesto contigo porque hiciste esto, esto y esto’; y ya no hay una agresión ni verbal, ni muchísimo menos física. La cultural mejora la comunicación en los chicos en más del 100 por ciento.
“Tratamos de que exista la comunicación para con las autoridades y hacia sus familias; porque en el momento de la comisión del delito, estos chicos son sacados de su vínculo familiar y una vez que se reincorporan a él, muchas veces las familias no saben qué hacer con ellos”.
Ahí mismo a través de clases y terapias personalizadas entra el programa. “Y eso se va trabajando, hay un proceso en todo el tratamiento de esto chicos, que ya al final cuando les quedan cinco o seis meses por cumplir su medida (tiempo obligatorio que deben permanecer en la CEA-QC), empiezas a trabajar con la familia: ¿a ver qué vas a hacer mamá, papá?, ¿ya viste que tu hermano no es aquel pequeñito que dejaste, que ya es un adolescente casi de tu tamaño?, y tú vas a llegar a ese medio a donde ya no te tenían considerado.
“Así vamos logrando que las familias se vayan conociendo, y vayan construyendo una red positiva para estos chicos y obviamente no vuelvan a delinquir”.
La comunidad en Narvarte debe saber, dice, que “ya no somos aquel famoso Tribilín, sino que somos Comunidades para adolescentes, con la reforma constitucional que hubo en el 2005 y su entrada en vigor de la ley de Justicia para Adolescentes en octubre de 2008, somos ya Comunidades para Adolescentes. Estos lugares ya no son de castigo, como eran antes, sino que es a través de muchas actividades y de estar todo el tiempo a estos chicos, que se consiguen cambios en ellos.
“Puedo hablar a hora mismo de muchos niños que han estado aquí, y que hoy día están trabajando, y que están bien; que están iniciando una familia, y sobre todo un camino por ellos mismos. Esos casos exitosos y de verdad, sí los hemos tenido, como esta nueva administración del Distrito Federal, preocupada y ocupada en los jóvenes, es tanto para que no delincan, y (respecto de) los que ya tuvieron el infortunio de estar en una situación así, se ocupa sobre todo de estos jóvenes en conflicto con la ley, y es a través de todas estas actividades que lo hace”.
La noche arrecia como vendaval sin rumbo, como dice otra canción. Han pasado dos horas desde que traspasé estas puertas. Antes de franquear las puertas de salida, pienso en esos muchachos que ahora duermen, y mientras observo las navajas colgantes de las altas paredes hallo empatía en mis bolsillos, empatía que resumo en una frase: Si para el visitante el tiempo cabalga a lomo de caracol…
Para mayores informes consulta: www.lei.org.mx; F: lab.expresionindependientelei; T: @lei_ong
SIGUENOS EN http://noctambulo.com.mx/website/
Por Miguel G. Galicia
Fotos: cortesía CEA-QC
Los altos muros de este lugar invitan a mirar al cielo. Para entrar a este edificio hace falta una escalera grande, como dice la canción. Un guardia recibe al visitante, el registro obligatorio se repite dos veces más en igual número de puertas. El patio es amplio y en una de sus paredes hay una imagen pintada de un personaje ¿animado? que a esta hora de la noche apenas se percibe. Los dormitorios resguardan voces, murmullos de niños que han crecido maduros.
La Comunidad Especializada para Adolescentes Dr. Alfonso Quiroz Cuarón (CEA-QC) se ubica Petén en la esquina que hace con Obrero Mundial en la Colonia Narvarte, Delegación Benito Juárez. Afuera de este recinto la vida continúa reloj en mano.
Dice la ley que los chicos que aquí viven infringieron la ley, por eso están acá. Muchos de ellos son temidos en sus barrios; se corre la voz de que ellos pertenecen a una comunidad afamada por tener en sus filas a los más peligrosos.
Ellos han participado en delitos de diversos tipos; sus familias viven con ellos su encierro. Unos pronto dejarán el lugar y otros apenas empiezan su “medida”. Los prejuicios sociales dicen que sus carreras delictivas apenas comienzan…
Sin embargo Laura Guzmán Rodríguez y Melissa Lara Flores, dicen que no, apuestan diez a uno a que su vida, la de estos muchachos, puede cambiar… y trabajan para ello. Y a través del arte es como estas jóvenes entusiastas pretenden mostrar a los jóvenes infractores nuevas sendas de vida. Ellas han creado el proyecto Los museos van a las comunidades.
Como ellos no pueden recorrer esos recintos culturales, estas chicas generan visitas virtuales para “promover los derechos culturales, el disfrute, los procesos creativos. Hemos hecho varios museos, aproximadamente 10; con el Museo de Historia Natural y cultura Ambiental”, dicen en entrevista.
Su empresa más grande es la que nos junta en este edificio, ¿Y tú atacas o tiras paro?, una exposición trabajada por 11 meses y con una duración de apenas tres días en CEA-QC, pocas pero fructíferas jornadas. La exhibición abordó el tema de la sabana. “El chiste de esta exposición es ver diferentes interacciones entre comunidades ya que los chicos viven en una comunidad y la complejidad de estas interrelaciones entre ellos y el medio ambiente”, dice Laura Guzmán Rodríguez, encargada de la vinculación cultural de Laboratorio de Expresión Independiente (LEI), una asociación civil que trabaja con jóvenes.
La sala de exposiciones es blanca y en su superficie hay siluetas en acrílico que representan bichos; unos termiteros hechos por los menores son el preámbulo de las pinturas de leones que esperan al visitante.
“Escogimos el ecosistema de la sabana basándonos en tres animales que están en el tope de la cadena alimenticia (los leones) y las termitas que están hasta abajo, pero que tienen esta función de comunicar todos los nutrientes y las cuestiones químicas de la sabana para que todos tengan alimento y el ciclo se mantenga en equilibrio, y las cebras”.
El trabajo de LEI con jóvenes privados de su libertad comenzó hace algunos años, cuando los Centros de Tratamiento para Menores eran aún administrados por el gobierno federal. Con la implementación del nuevo modelo de tratamiento, a cargo del Gobierno del Distrito Federal, en 2008; sus proyectos experimentaron algunas adecuaciones de modo que pudieron seguir trabajando con la población de adolescentes atendidos por la Dirección General de Tratamiento para Adolescentes (DGTPA).
Así, los jóvenes hurgan dentro suyo y descubren nuevas formas de convivencia, de expresión de emociones y canalizan sus ímpetus y anhelos.
Del acercamiento a la exploración de nuevas formas de convivencia
Melissa Lara Flores, encargada de los proyecto educativos y de los programas con los chicos, señala que “desde que empezamos a trabajar con los chavos, y nuestra propia formación como historiadoras, estamos pensando y practicando una visión antropológica de nuestro trabajo; entonces nos interesa, primero, llegar a la comunidad, conocer a los chicos; ver más o menos qué perfil, que gustos tienen, mediante una plática. Las primeras pláticas que generamos son como un pretexto para conocerlos y a partir de entonces generar un contenido que sabemos que les van a ser mucho más cercanos”.
En ese sentido Alfredo Hernández Roldán, Director de la CEA-QC, en charla con @Infonoctámbulo, afirma que “esta comunidad se ha distinguido por enfocarse un poco más hacia la cultura. No dejamos de lado nuestras obligaciones que tenemos por ley, pero sí en el espacio cultural ha sido explotado a más del 100 por ciento con proyectos como el del Laboratorio de Expresión Independiente, con el actor Daniel Giménez Cacho, y con muchas más gente que ha participado aquí de manera voluntaria en el área de cultura.
“Apostamos siempre a la reinserción social de estos chicos; nosotros creemos que a través de la cultura y la educación, que van ligadas una de la otra, vamos a lograr que estos chicos vean otra opción, otro camino; cómo puedo expresarme cuando estoy contento, enojado, triste, feliz… a través de la cultura”.
La forma de trabajo de LEI se basa en acercarse a los jóvenes, posteriormente, explica Lara Flores, “los materiales audiovisuales que hemos generado, son a través de cuestionarios; les preguntamos ¿a ver qué museo te gustaría conocer?, se los traemos; ¿qué música les gusta?, pues mezclamos el video con la música que ellos quieren escuchar, de manera que atienda perfectamente a sus necesidades culturales”.
Para la historiadora Flores “el encuentro con las comunidades no se nos ha dificultado mucho. Siempre y cuando tú llegues como con otra visión de la educación, como desde una perspectiva muy equitativa. Nada de que yo llego con mi clase y me voy; no, es un trabajo muy cercano con ellos, desde el mismo nivel. De entrada si tú tienes esa visión y sabes que estos chavos tienen conflicto con las autoridades, no puedes llegar a imponerte como una autoridad; hay que saber hacerlo.
“Es mediante la práctica, allí es donde entra la antropología, en este proyecto, porque es como la metodología de la observación participante. Llegas a una comunidad existente y no puedes llegar con tus reglas, sino que debes adaptarte a las suyas”.
Guzmán Rodríguez advierte que “en realidad este no es nuestro primer acercamiento, llevamos seis años ya trabajando con las comunidades. Empezamos trabajando en (la Comunidad Especializada para Adolescentes de) San Fernando, donde desarrollamos un proyecto basado en el estudio sobre sus procesos identitarios, y eso nos ha permitido desarrollar otras cosas”.
Mas sus esfuerzos por acercarse a las comunidades de varones va más allá del género. “También estamos trabajando en comunidad de mujeres, precisamente haciendo un estudio desde la perspectiva de género, para ver los gustos, las preferencias de las chicas y de los chicos, y tratar de hacerlo más significativo todavía”.
LEI ha realizado trabajo en la Comunidad de Tratamiento Especializado para Adolescentes (CTEA), la Comunidad de Mujeres (CM) y la Comunidad Especializada para Adolescentes Dr. Alfonso Quiroz Cuarón (CEA-QC).
Además, LEI ha realizado acciones de prevención del delito en escuelas secundarias, con el apoyo del Instituto Mexicano de la Juventud, la Delegación Tlalpan, el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, siempre en vínculo con la iniciativa privada.
Los museos más solicitados por los menores de edad son el Museo de cera, el Museo del automóvil, el Museo del ejército, el del Calzado y el Soumaya.
No sólo llevan cultura…
“Lo que tratamos de hacer en este desarrollo de metodologías es mezclar los gustos que ellos tienen con lo que nosotros tenemos interés por llevarles. Esa ha sido la fórmula exitosa que hemos llevado de mezclar una cosa con otra. Ni darles todo lo que ellos quieren, ni lo que nosotros queremos, sino hacer una negociación: es esto pero va con esto.
“Por ejemplo del Museo del automóvil que nos pidieron muchísimo, hicimos la visita virtual y después se trataba de esculpir su propio carro, y otro chavo hizo la propuesta de mezclar el diseño automotriz con el Art decó”.
Lara Flores agrega: “queremos hacer una propuesta metodológica actualizada sobre cómo trabajar con los adolescentes, específicamente con los adolescentes en conflicto con la ley, porque es donde hemos incidido más, pero sí creemos que la educación está muy pasada de moda y creo que tenemos que rescatarla de alguna forma. Y nuestra propuesta siempre va ligada a la antropología y al conocimiento del otro para darle la forma que ellos quisieran que tuviera el conocimiento”.
Guzmán Rodríguez es enfática al decir que “siempre tratamos de preguntarles; la manera en que nosotros los hacemos sentir que son parte de este proyecto es preguntarles todo y ejercer la metodología de participación ciudadana. ¿Tú qué quieres, cómo quieres, te gusta o no? Por ejemplo para este proyecto no todos participaron en todo: ¿qué quieres hacer? No pues nos dijeron algunos ‘yo quiero sólo quiero pintar las paredes’, ah bueno pues nada más pinta las paredes de blanco. No pues yo sí quiero estar en el termitero, en los murales, las cédulas, los esténciles; las fotografías dijeron otros; recuerdo a un chico de San Fernando, que dijo que sólo iba a poner música, y así lo hizo”.
Y si bien ya tienen una forma de trabajo clara, encuentran algunos retos. “Nosotras ya tenemos una propuesta y la vamos adecuando de acuerdo a lo que estamos escuchando, pero no nada más de preguntarles, porque muchas veces los chicos no hablan, tratamos de observar, de ver qué quieren”.
Además otro factor de empatía es que “los nombres de las exposiciones los ponen ellos, —como el de ¿Y tú atacas o tiras paro?— y eso para nosotros es una fuente de información súper valiosa porque los nombres siempre denotan algo, y los de sus obras plásticas nos dicen muchísimo. También es analizar su discurso, hasta el lenguaje corporal. Cuando ponemos los videos estamos pendientes a ver qué hacen, si se están durmiendo, si se ponen contentos, si sonríen, si se recargan, como que todas las emociones que genera enfrentarte a una obra de arte las tenemos vivas en un salón de clases con ellos”.
Lara Flores envía un mensaje para los narvartenses: “Lo que nosotros queremos transmitir es una propuesta de renovación educativa, de que las cosas no tienen que ser aburridas, o tediosas, por un lado; pero por otro aunque suene trillado que sí hay que trabajar con los chavos, aparte es muy divertido y rejuvenecedor. Es una necesidad social, e invitar a la agente para que retome, a que asuma la responsabilidad, porque muchas veces uno dice: ‘no, es que la violencia, los asaltos’; pero entonces que hagamos todos algo. Que asumamos la responsabilidad social, civil, la ciudadana y la parte que nos toca”.
Guzmán apuntala: “Es como el empoderamiento de la ciudadanía; en el momento en que tú decides tomar acción y creo que la educación es lo más revolucionario que puede existir y es a través de algo pacífico”.
Melisa Lara retoma: “Esta exposición primero está aquí porque es para ellos, para empoderarlos y para demostrarles a ellos mismos que son capaces de hacer cosas nuevas. Y muy válidas y reconocidas, y después la vamos a sacar y la vamos a llevar al Centro Cultural Azcapotzalco, y ahí va a estar dos meses (diciembre de 2011 y enero 2012), y es para el público. Nosotros hacemos una recopilación de comentarios allá afuera, un video y se los volvemos a traer de regreso, les decimos mira lo que la gente piensa de tu trabajo, mira lo que pasó allá afuera.
“En un taller de los primeros que dimos sobre historia del arte, los chavos discutían sobre quién era más chingón, si Van Gogh o Edgar Degas. ¡Era ya una discusión de arte! Cuando llegan a ese nivel donde agudizan su capacidad de observación…” recuerda Guzmán Rodríguez.
En ese momento Lara Flores la interrumpe y rememora: “Al salir ese chavo nos dijo que quería trabajar con nosotras porque al parecer tenía más futuro de artista que de ratero”.
Alfredo Hernández Roldán acepta que toda esta labor rinde frutos que si bien no son inmediatos se notan. “Se puede medir de alguna manera el cambio en los chicos a partir de su participación en este tipo de programas culturales”.
Si se nota “a través de su manera de expresarse. Es increíble que estos chicos cuando recién llegan a esta comunidad, llegan completamente enojados con el sistema. Creen que la autoridad somos sus enemigos, y yo siempre les he dicho yo no soy tu enemigo; aquí estamos para ayudarte, aprópiate de la comunidad en este buen sentido: (toma) tu terapia grupal, individual, familiar. La escuela, el arte, la educación física, y todas estas actividades multidisciplinarias hacen que el chico cambie y tenga una manera diferente de expresarse”, recalca.
“Aquí puedes ver chicos que llegan con una relación familiar completamente desquebrajada y es aquí a base de todo esto, que los chicos tienen esa comunicación, esa interrelación con sus papás. Saben decirle a sus papás: ‘oye, estoy molesto contigo porque hiciste esto, esto y esto’; y ya no hay una agresión ni verbal, ni muchísimo menos física. La cultural mejora la comunicación en los chicos en más del 100 por ciento.
“Tratamos de que exista la comunicación para con las autoridades y hacia sus familias; porque en el momento de la comisión del delito, estos chicos son sacados de su vínculo familiar y una vez que se reincorporan a él, muchas veces las familias no saben qué hacer con ellos”.
Ahí mismo a través de clases y terapias personalizadas entra el programa. “Y eso se va trabajando, hay un proceso en todo el tratamiento de esto chicos, que ya al final cuando les quedan cinco o seis meses por cumplir su medida (tiempo obligatorio que deben permanecer en la CEA-QC), empiezas a trabajar con la familia: ¿a ver qué vas a hacer mamá, papá?, ¿ya viste que tu hermano no es aquel pequeñito que dejaste, que ya es un adolescente casi de tu tamaño?, y tú vas a llegar a ese medio a donde ya no te tenían considerado.
“Así vamos logrando que las familias se vayan conociendo, y vayan construyendo una red positiva para estos chicos y obviamente no vuelvan a delinquir”.
La comunidad en Narvarte debe saber, dice, que “ya no somos aquel famoso Tribilín, sino que somos Comunidades para adolescentes, con la reforma constitucional que hubo en el 2005 y su entrada en vigor de la ley de Justicia para Adolescentes en octubre de 2008, somos ya Comunidades para Adolescentes. Estos lugares ya no son de castigo, como eran antes, sino que es a través de muchas actividades y de estar todo el tiempo a estos chicos, que se consiguen cambios en ellos.
“Puedo hablar a hora mismo de muchos niños que han estado aquí, y que hoy día están trabajando, y que están bien; que están iniciando una familia, y sobre todo un camino por ellos mismos. Esos casos exitosos y de verdad, sí los hemos tenido, como esta nueva administración del Distrito Federal, preocupada y ocupada en los jóvenes, es tanto para que no delincan, y (respecto de) los que ya tuvieron el infortunio de estar en una situación así, se ocupa sobre todo de estos jóvenes en conflicto con la ley, y es a través de todas estas actividades que lo hace”.
La noche arrecia como vendaval sin rumbo, como dice otra canción. Han pasado dos horas desde que traspasé estas puertas. Antes de franquear las puertas de salida, pienso en esos muchachos que ahora duermen, y mientras observo las navajas colgantes de las altas paredes hallo empatía en mis bolsillos, empatía que resumo en una frase: Si para el visitante el tiempo cabalga a lomo de caracol…
Para mayores informes consulta: www.lei.org.mx; F: lab.expresionindependientelei; T: @lei_ong
SIGUENOS EN http://noctambulo.com.mx/website/
Por Miguel G. Galicia
Fotos: cortesía CEA-QC
lunes, 16 de abril de 2012
SOBREVIVIR A UN RAVE A LOS TREINTAS... PASADOS
Llegan todos en grupos, solos, en camión, en carros caros, carcachas, en aventón, con su kit-rave bajo el brazo: Chamarras, sudaderas, tenis, bufandas, gorras, cachuchas, casas de campaña, cobijas, sleeping bags, comida, chocolates para el frío, cintas en la cabeza, gafas de sol, luces fosforescentes en tubos y en popotes, estrellas y corazones con focos cintilantes, banderas, muñecos de hadas, elfos, alas de cartón, estolas de plumas, cigarros, alcohol, pastas, aceites, ganas de coger; pero sobre todo hartas ganas de matar lo que queda de noche.
"Han pasado casi 10 horas desde que llegamos. Mush, mi muñeco, ¡ah, no! perdón, mi elfo, qué digo elfo, mi hermano, mi alter ego me dice que ya no puede más, que descansará y se duerme. Yo no, la noche apenas empieza", dice un cuasi niño.
Una chela ayuda a deshacer el papelito de color azul en la lengua. "Vamos p’ arriba", invita, mas ya no trae con qué. Mete las manos a su pantalón y exhibe su interior: vacíos. José viene de la delegación Gustavo A. Madero, en la Ciudad de México, llegó con sus cuates desde temprano y tiene como veinte años, o menos, mucho menos.
Éste rave me ha desgastado como pocos, dice mientras sus pies parecen picados por mil agujas. El punchis punchis no termina, hace frío. Llegué en aventón a este paraje junto a la carretera en el kilómetro 17 de la libre México-Pirámides, dice un chavo que asegura llamarse Mauricio, le gusta la mota, bailar, tiene dos hermanos y una hermana. Estudia la prepa y vende paletas Tutsi pop a dos pesos para comprar su boleto a esta fiestota que inicia.
Órale Mush, ordena José a su muñeco, saluda a tus compas. ¡Quepsó k! ¿Los vendes?, pregunto, ¿ah no? ¡No mames cabrón!, responde entre molesto y asombrado por el cuestionamiento. Son míos, los traje para que se diviertan. Los señala: éste es Primavera, éste Otoño; Invierno es este greñudo y el de rojo se llama Verano. ¿Vas a entrar?, Si, ya junté un varito; adentro nos veremos de nuevo. Quizá sea porque anda medio pedo, se le nota eufórico, reparte abrazos, besos, saludos fraternos; para todos y todas hay.
Lo último de la tarde se disipa allá detrás de las montañas cercanas. El olor a pasto quemado se mezcla con el de marihuana ardiente; la humareda alcanza esta parte a las afueras del municipio de Acolman, en el Estado de México.
Es la temporada de "Rosa y quema". En muchas partes del país se usa esa técnica para aumentar la calidad del suelo. Debido a que el grosor del terreno fértil es de apenas unos 15 cms, se incendian los pastizales secos; los arbustos y el yerberío para que ese grosor se incremente; así se renuevan los terrenos y las semillas prenden mejor.
Esta noche es de baile, música computarizada, pantallas cuyas proyecciones invitan a soñar, y luces en un lugar llamado Atlatongo, no muy alejado de las pirámides teotihuacanas, pero puede ser en Hidalgo, o Cuernavaca o el Estado de México.
Reunión tribal cuyos congéneres no bailan, dicen que “brincan” y les creo. Chavitos de edades diversas, los más chicos tendrán por allí de 13 o 14 años. El que escribe ya rebasa, por mucho, la treintena. Soy un “Ñor”, y todos me hablan de usted, —ja, ¿ya era hora de que alguien me hablase con respeto no?—.
Respeto convertido en moneda de cambio. Entre otras cosas se respira esa igualdad, en el trato, la fraternidad. Nadie crea problemas. Carnaval de caras felices. La aventura llama. Y me pregunto por qué desde que llegué no he notado siquiera un gesto agrio, o un conato de rispidez. Algo raro en mi marco referencial pues desde que recuerdo he vivo la misma ecuación: alcohol+ droga + hormonas juveniles=desmadres, pero acá es otra generación y otra forma de relacionarse.
La noche muere de muerte natural
De miradas febriles y brazos alados, esta parvada de escuincles vuela a nivel del piso, al principio como flotando para después, conforme madura la noche, empezar a volar alto, alto; tanto que se desdoblan y dejan su cuerpo material.
Para hacerlo emplean métodos distintos: mota, chochos, activo, chela, cubas de ron barato, o simple adrenalina. Los bafles arrojan altos niveles sónicos, las luces del escenario acompañan imágenes que —al costado de cada uno de los dos escenarios en pantallotas— proyectan imágenes alucinantes de formas y colores indescriptibles, cerrando con ello el círculo audiovisual.
Este gremio, hermanado por la música psycho, es ordenado y precavido: En una zona del terreno acomodan sus casas de campañas. Una, dos, tres, después llegan a ser al menos 50.
La música no da respiro, los Dj’s arremeten en dos escenarios: Sol y Luna, cuya respuesta es prendidísima. La zona vi-ai-pi es la más aburrida; o casi nadie tiene el ánimo de estar aquí o de plano la comunidad más divertida prefiere el roce, el contacto entre sí, el cachondeo con el otro, restregarse unos y otros.
En el único acceso —que también es la salida— de este lugar, resguardado por bardas de al menos dos metros de alto con malla ciclónica, el equipo de seguridad despide miedo, suda y con recelo mira a esta marabunta estimulada por bits eternos.
El zaguán oxidado luce endeble. Una estructura metálica detrás permite el ingreso de la gente. Dos filas de seguridad se encargan de catear a los muchachos, algunos rebotan, literalmente, mueven las manos, los pies, para quitarse el frío o mejor aún, para dejarse abrazar por el ambiente.
La cerveza que venden a 15 pesitos, es Sol. No me gusta, muchos piensan igual, prefieren los chupilindros de a 25 varitos. Todos apelan/apelamos al principio básico del borracho: Más alcohol por menos dinero es más placer. Esos sí que están buenos; obviamente la chela es de lo que, a las tres de la mañana, seguirá intacta.
Los baños huelen a madres, además miar cuesta cinco pesos, esto es la tercera parte de una cerbatana o la quinta de un briagolindro. Naaa’, mejor atrás de la carpa, o un tráiler. Las niñas sí pagan, pero otras aprovechan matorrales para ahorrarse también esa lana, bbbrrr, ssssssss, aaahhh.
Ruedas perfectas forman unos. Allí al centro, admirados por el resto, ven/vemos el manejo exacto de los tubos fosforescentes que penden de las manos de una muchacha de no más de 22 años. Espectáculo primitivo que otro chamaco emula a su lado pero con bolas de fuego.
Los últimos estertores
No hay luna y el cielo se cierra más, la llovizna invita a uno a mojarse. Pertinaz parece infinita en un terreno que para esta hora luce enfangado en algunas partes. El aire arrecia por momentos y mece el cabello, enchina la piel, cala hasta el alma. No hace tanto frío, alguien dice por allí. No, es temprano responde otro, espérate al rato, como a las cinco de la mañana. Jejeje, para esa hora espero ya no estar aquí para averiguarlo.
Esta tierra húmeda de antiquísimos orígenes recibe gustosa el evento del año por estos lares, más bien habituados a bailes gruperos. Pintas en las casas a la vera del camino, pegas de carteles con presentaciones próximas de grupos, grupillos y grupetes así lo indican. Una camioneta último modelo con bocinas sobre el toldo, cuyo sonido es del año de la canica, anuncia a todo pulmón el baile de los... er, emm, esteee... algo del Norte.
La voz suena lejana, pastosa, arrastradas las palabras serpentean desde algún sitio de la humanidad convulsa de un escuincle hasta la madre: Teotihuacán está taaan cerca que casi lo puedo tocar. Mira si ya camino por la Avenida de los Muertos; ahora subo la pirámide de La Luna. ¿La puedes ver? La del Sol está chida. Soy la luz, inmaterial, aire, agua, soy el mundo, el cielo, la tierra; comulgo con la naturaleza porque soy parte de ella; por eso tengo mi elfo, porque él viene de ella. Él es único, irrepetible como yo; es mi amigo, mi compañero, lo llevo a todas partes: a la escuela, al parque, las fiestas y los raves; le cuento mis cosas; cuido mi entorno, no tiro basura, lo trato bien, lo quiero mucho; él me eligió a mí, no yo a él. No, no es caro, me costó como 800 pesos. Sí, claro que si no lo trato bien me hará maldades, se quebraría como hoja seca, y no, no quiero eso para él. Ah que José tan loquillo, pienso.
Los churros sin chocolate, fragantes a petate quemado se rolan en pequeños grupos. Otra gran mayoría disfruta los acordes sintéticos sin meterse nada. Cinthya, una chavita de 21 años —se ha confeccionado un par de alas y así aparenta ser un hada— es la prueba de eso. Ella está en desacuerdo con esa idea de satanizar este tipo de eventos porque sí hay drogas pero también habemos, segura, muchas y muchos que no las necesitamos para estar bien. Para mi amiga —señala a una compañera de su misma edad que baila sin parar desde que llegó— ésta es la primera vez que viene a “brincar”.
A las dos de la mañana de este domingo en pañales, un grupo de chavos que no tuvieron el dinero para comprar boleto dan portazo. Embisten el portal y logran ingresar como 30; no pasan más porque la seguridad logra contenerlos.
Los estimulantes se terminan, se renuevan, salen debajo de las piedras, la adrenalina corre por mis venas, las tuyas, las nuestras, las de todos, el corazón golpea mis sienes. Algunas casas de campaña ya tienen ocupantes bailando a su propio ritmo.
Los Dj’s continúan con su meta. El techo nocturno pierde fuerza oscura sobre nuestras cabezas. Salir de este sitio será imposible, me han dicho que el camino está bloqueado; acepto mi destino y me dejo querer, me acerco a un grupillo que circunda una fogata; hago circular mi supercuba, y siento cómo la lluvia moja mi cara, que para entonces comparte rasgos felices de pachequez profunda.
Por Miguel G. Galicia
jueves, 5 de abril de 2012
EL SUISEKI: EL ARTE DE CONTEMPLAR PIEDRAS
Al arte milenario regresará en breve al CCMB
Meditar a través de la admiración por la naturaleza. Basta observar una parte minúscula, apenas un ínfimo fragmento —representada en una roca— para hallar, según la filosofía zen, el equilibrio entre el cuerpo y el espíritu. El Suiseki es una actividad antiquísima, cuyos orígenes se remontan a varios milenios y a tierras orientales: China, Corea y Japón.
“Este arte, tiene una base filosófica; está fincada en la filosofía zen, porque por ejemplo (y toma una piedra oscura veteada en blanco) para mí esta piedra es una montaña, y estas líneas son unas cascadas; la idea es justamente que uno mismo descubra una imagen… El Suiseki provoca evocaciones; le da alas a la mente, a la imaginación, para llevarla a un estadio de tranquilidad”.
Lorenzo Contreras es ingeniero geólogo, estudió en el Politécnico y ha viajado tanto como ha podido, por trabajo en el ramo de hidrocarburos, y sabe de lo que habla pues desde hace un lustro se dedica a recolectar piedras.
“El Suiseki es el arte de contemplar piedras”, comenta y remata: “¿Cuál era el principio de la filosofía zen?: buscar el equilibrio entre el cuerpo y el alma; relajarnos; ¿dónde nos tranquilizamos más?, en la naturaleza”.
De acuerdo con el también profesor universitario, las rocas requieren de ciertas características para poder ser consideradas Suiseki; es decir, no todas pueden catalogarse de ese modo. Suiseki significa en japonés una piedra (seki) de agua (sui), entonces es una piedra que a través del tiempo, la erosión, el agua y los elementos del medio ambiente, forjan un paisaje en su forma.
Si bien deben representar un paisaje, como cavernas, mesetas, cascadas, deben ser esculpidas por la naturaleza, por lo que ninguna pieza que haya sido manipulada por el hombre entra en esa categoría; sin embargo, en los últimos años ya se admiten también las piedras con forma de objeto, animal, siempre y cuando se relacionen con la naturaleza.
Otro elemento para considerar como tal un Suiseki es su tamaño. Aquella piedra que quepa en la palma de la mano, y hasta la que pueda transportarse sin mayores dificultades; sin embargo en China existen excepciones pues se han hallado algunas realmente excepcionales, y cuyo tamaño es enorme.
Como las piezas se encuentran en el suelo, las montañas, los ríos, lagos, lagunas, desiertos, planicies, bosques, se encuentran contaminadas se debe limpiar y trabajarla; para eso existen varias técnicas. Esta etapa es sumamente importante pues si la pieza tiene alguna fractura o se encuentra dañada, no sirve.
Primero se traslada con sumo cuidado para protegerla y que no se maltrate, pues hay elementos de la roca que las vuelve frágiles, por ejemplo las vetas o las grietas; posteriormente se le limpia con cepillos de plástico; ya en rocas más duras, como las volcánicas, puede usarse un cepillo de acero, pero un alambre no muy grueso, y se debe hacer con sumo cuidado para no rayar la superficie. A veces se les deja remojando durante una semana en agua para removerle con más facilidad las impurezas.
Contreras advierte que como este tipo de arte viene del lejano oriente, está muy relacionado con el bonsái, pero nació antes; de ahí que existan dos grandes escuelas o tradiciones que definen sus reglas: la china y la japonesa.
“La tradición japonesa, así como en el bonsái y en todo lo que ellos hacen, es demasiado rígida y muy disciplinada; ellos no aceptan nada que no sea original; de hecho para lograr un brillo o pátina, ellos sugieren que se logre a través de los años y únicamente con el masajeo con las manos; no puede intervenir ningún otro elemento”.
Si bien la escuela China tiene muchas reglas, es más flexible; ejemplo de ello es que permite tener especímenes más grandes; no como los japoneses que prefieren piezas minúsculas; otra diferencia entre ambas tradiciones es que los chinos pueden tener Suiseki pequeños, pero las bases de madera donde se depositan pueden ser muy grandes.
Una más: para los japoneses, el Suiseki representa elementos horizontales, de formas suaves y obscuras; mientras que los chinos gustan más de buscar representaciones de elementos verticales, aceptan rocas de colores y con formas más puntiagudas.
Este arte empieza a extenderse velozmente; en América —Puerto Rico, EU— ya hay una presencia más fuerte de seguidores del Suiseki; también en Europa: Alemania, España —donde anualmente se celebra un certamen organizado por la Asociación Española de Suiseki—, Italia, Reino Unido y República Checa.
En México apenas hay unos cinco que impulsan este arte. “En nuestro país no hay un club donde se fomente esta actividad; ese sería un siguiente paso, tratamos adherirnos al club de bonsáis, porque tienen un origen muy similar”, refiere Contreras.
Sin embargo él considera que en poco tiempo eso puede cambiar, pues nuestra geografía permitiría convertirnos en potencia en poco tiempo, dado que existe una gran diversidad de rocas: sedimentarias, metamórficas, volcánicas.
Producto de su experiencia como geólogo, y como amante confeso de Suiseki, el investigador señala que en nuestro país hay estados con ciertas características para hallar determinados tipos de piedras: Puebla es rico en piedras calizas carbonosas de tonalidades oscuras; en Sonora se pueden encontrar piedras de belleza especial; allí hay muchas piedras con figuras metamórficas; al igual que Oaxaca; las piezas de Zacatecas son muy coloridas, pues esta entidad se ubica en el eje neovolcánico, así también Hidalgo.
Oriundo del Estado de México, Lorenzo Contreras acepta que la geografía lo marcó desde muy temprana edad. “Desde los cinco años me gustaban las piedras; haber vivido en la Sierra de Guadalupe, en Santa Clara Coatlicua o San Pedro Xalostoc, me marcó. A mí me gustaba mucho ir a la montaña, y siempre regresaba con las bolsas llenas de piedras; mi mamá me las tiraba”, comenta de buen humor. Esa preferencia lo llevó a decantarse por la geología.
Para él las piedras eran bonitas y no desaprovechaba ninguna oportunidad para hacerse de algunas, pero fue hace cinco años que decidió abrazar el Suiseki como forma de vida. En Texcoco se interesó primero por los bonsái, para luego culminar en su pasión: las rocas.
Hoy en día los Suiseki se montan de dos maneras: en una pieza de madera tallada a la medida de una sola pieza, llamada daiza; se pueden hacer con maderas varias, pero nunca resinosas, pues como están vivas, puede dañar la piedra; se recomienda que se usen las más suaves como el pino americano, aunque el mejor es el cedro rojo, o la amazonia. Las líneas de la daiza, deben armonizar con la roca.
También se pueden exponer en una bandeja plana y grande; al igual que en el arte bonsái, esta base puede ser de cerámica, e incluso de metal, de preferencia bronce.
De acuerdo con algunos expertos, al Suiseki se le relaciona con la ceremonia del té, en la cual mientras se celebra este ritual, se exhibe; también se muestra en Solitario como artículo decorativo.
El Suiseki es hoy por hoy uno de los artes contemplativos más antiguos —anterior incluso que el bonsái— cuyo origen se pierde en el mar del tiempo; quizás el hombre aprendió a amar a las rocas porque cuando él llegó, ellas ya existían, y creció como especie con ellas; o simplemente como dice este amante de piedras-paisaje: “Para esas culturas las piedras son parte del universo, de ahí su veneración”.
Luego de la exposición de Suiseki que el Centro Cultural Mexiquense Bicentenario organizó en días pasados, y de la respuesta tan positiva del público, ya se tiene planeado repetirla y nutrirla con más piezas. Para mayores informes sobre el tema, o recorridos, contactar a Lorenzo Contreras en el número 04455 55 30 41 97 15.
Miguel G. Galicia
Fotos Fátima Salvador
Meditar a través de la admiración por la naturaleza. Basta observar una parte minúscula, apenas un ínfimo fragmento —representada en una roca— para hallar, según la filosofía zen, el equilibrio entre el cuerpo y el espíritu. El Suiseki es una actividad antiquísima, cuyos orígenes se remontan a varios milenios y a tierras orientales: China, Corea y Japón.
“Este arte, tiene una base filosófica; está fincada en la filosofía zen, porque por ejemplo (y toma una piedra oscura veteada en blanco) para mí esta piedra es una montaña, y estas líneas son unas cascadas; la idea es justamente que uno mismo descubra una imagen… El Suiseki provoca evocaciones; le da alas a la mente, a la imaginación, para llevarla a un estadio de tranquilidad”.
Lorenzo Contreras es ingeniero geólogo, estudió en el Politécnico y ha viajado tanto como ha podido, por trabajo en el ramo de hidrocarburos, y sabe de lo que habla pues desde hace un lustro se dedica a recolectar piedras.
“El Suiseki es el arte de contemplar piedras”, comenta y remata: “¿Cuál era el principio de la filosofía zen?: buscar el equilibrio entre el cuerpo y el alma; relajarnos; ¿dónde nos tranquilizamos más?, en la naturaleza”.
De acuerdo con el también profesor universitario, las rocas requieren de ciertas características para poder ser consideradas Suiseki; es decir, no todas pueden catalogarse de ese modo. Suiseki significa en japonés una piedra (seki) de agua (sui), entonces es una piedra que a través del tiempo, la erosión, el agua y los elementos del medio ambiente, forjan un paisaje en su forma.
Si bien deben representar un paisaje, como cavernas, mesetas, cascadas, deben ser esculpidas por la naturaleza, por lo que ninguna pieza que haya sido manipulada por el hombre entra en esa categoría; sin embargo, en los últimos años ya se admiten también las piedras con forma de objeto, animal, siempre y cuando se relacionen con la naturaleza.
Otro elemento para considerar como tal un Suiseki es su tamaño. Aquella piedra que quepa en la palma de la mano, y hasta la que pueda transportarse sin mayores dificultades; sin embargo en China existen excepciones pues se han hallado algunas realmente excepcionales, y cuyo tamaño es enorme.
Como las piezas se encuentran en el suelo, las montañas, los ríos, lagos, lagunas, desiertos, planicies, bosques, se encuentran contaminadas se debe limpiar y trabajarla; para eso existen varias técnicas. Esta etapa es sumamente importante pues si la pieza tiene alguna fractura o se encuentra dañada, no sirve.
Primero se traslada con sumo cuidado para protegerla y que no se maltrate, pues hay elementos de la roca que las vuelve frágiles, por ejemplo las vetas o las grietas; posteriormente se le limpia con cepillos de plástico; ya en rocas más duras, como las volcánicas, puede usarse un cepillo de acero, pero un alambre no muy grueso, y se debe hacer con sumo cuidado para no rayar la superficie. A veces se les deja remojando durante una semana en agua para removerle con más facilidad las impurezas.
Contreras advierte que como este tipo de arte viene del lejano oriente, está muy relacionado con el bonsái, pero nació antes; de ahí que existan dos grandes escuelas o tradiciones que definen sus reglas: la china y la japonesa.
“La tradición japonesa, así como en el bonsái y en todo lo que ellos hacen, es demasiado rígida y muy disciplinada; ellos no aceptan nada que no sea original; de hecho para lograr un brillo o pátina, ellos sugieren que se logre a través de los años y únicamente con el masajeo con las manos; no puede intervenir ningún otro elemento”.
Si bien la escuela China tiene muchas reglas, es más flexible; ejemplo de ello es que permite tener especímenes más grandes; no como los japoneses que prefieren piezas minúsculas; otra diferencia entre ambas tradiciones es que los chinos pueden tener Suiseki pequeños, pero las bases de madera donde se depositan pueden ser muy grandes.
Una más: para los japoneses, el Suiseki representa elementos horizontales, de formas suaves y obscuras; mientras que los chinos gustan más de buscar representaciones de elementos verticales, aceptan rocas de colores y con formas más puntiagudas.
Este arte empieza a extenderse velozmente; en América —Puerto Rico, EU— ya hay una presencia más fuerte de seguidores del Suiseki; también en Europa: Alemania, España —donde anualmente se celebra un certamen organizado por la Asociación Española de Suiseki—, Italia, Reino Unido y República Checa.
En México apenas hay unos cinco que impulsan este arte. “En nuestro país no hay un club donde se fomente esta actividad; ese sería un siguiente paso, tratamos adherirnos al club de bonsáis, porque tienen un origen muy similar”, refiere Contreras.
Sin embargo él considera que en poco tiempo eso puede cambiar, pues nuestra geografía permitiría convertirnos en potencia en poco tiempo, dado que existe una gran diversidad de rocas: sedimentarias, metamórficas, volcánicas.
Producto de su experiencia como geólogo, y como amante confeso de Suiseki, el investigador señala que en nuestro país hay estados con ciertas características para hallar determinados tipos de piedras: Puebla es rico en piedras calizas carbonosas de tonalidades oscuras; en Sonora se pueden encontrar piedras de belleza especial; allí hay muchas piedras con figuras metamórficas; al igual que Oaxaca; las piezas de Zacatecas son muy coloridas, pues esta entidad se ubica en el eje neovolcánico, así también Hidalgo.
Oriundo del Estado de México, Lorenzo Contreras acepta que la geografía lo marcó desde muy temprana edad. “Desde los cinco años me gustaban las piedras; haber vivido en la Sierra de Guadalupe, en Santa Clara Coatlicua o San Pedro Xalostoc, me marcó. A mí me gustaba mucho ir a la montaña, y siempre regresaba con las bolsas llenas de piedras; mi mamá me las tiraba”, comenta de buen humor. Esa preferencia lo llevó a decantarse por la geología.
Para él las piedras eran bonitas y no desaprovechaba ninguna oportunidad para hacerse de algunas, pero fue hace cinco años que decidió abrazar el Suiseki como forma de vida. En Texcoco se interesó primero por los bonsái, para luego culminar en su pasión: las rocas.
Hoy en día los Suiseki se montan de dos maneras: en una pieza de madera tallada a la medida de una sola pieza, llamada daiza; se pueden hacer con maderas varias, pero nunca resinosas, pues como están vivas, puede dañar la piedra; se recomienda que se usen las más suaves como el pino americano, aunque el mejor es el cedro rojo, o la amazonia. Las líneas de la daiza, deben armonizar con la roca.
También se pueden exponer en una bandeja plana y grande; al igual que en el arte bonsái, esta base puede ser de cerámica, e incluso de metal, de preferencia bronce.
De acuerdo con algunos expertos, al Suiseki se le relaciona con la ceremonia del té, en la cual mientras se celebra este ritual, se exhibe; también se muestra en Solitario como artículo decorativo.
El Suiseki es hoy por hoy uno de los artes contemplativos más antiguos —anterior incluso que el bonsái— cuyo origen se pierde en el mar del tiempo; quizás el hombre aprendió a amar a las rocas porque cuando él llegó, ellas ya existían, y creció como especie con ellas; o simplemente como dice este amante de piedras-paisaje: “Para esas culturas las piedras son parte del universo, de ahí su veneración”.
Luego de la exposición de Suiseki que el Centro Cultural Mexiquense Bicentenario organizó en días pasados, y de la respuesta tan positiva del público, ya se tiene planeado repetirla y nutrirla con más piezas. Para mayores informes sobre el tema, o recorridos, contactar a Lorenzo Contreras en el número 04455 55 30 41 97 15.
Miguel G. Galicia
Fotos Fátima Salvador