viernes, 10 de julio de 2015

Tráfico de plantas en México o el precio de la vida verde que se extingue




El comercio ilícito de plantas en nuestro país es una actividad que produce millones de dólares al año. Investigadores y científicos hablan acerca del papel que juegan sus investigaciones, y el trabajo de los jardines botánicos, además de los laboratorios, en el rescate de especies en algún nivel de riesgo de extinción



Por Miguel G. Galicia

Hace poco calor en este pueblo zacatecano rodeado de un cinturón de montañas que recuerdan el lomo de una iguana. La gente deambula por sus calles como recogiendo sus pasos, con la parsimonia de quien no conoce de relojes. En una esquina cercana al jardín municipal, un hombre y una mujer platican sin que en sus rostros se note emoción alguna. Venden plantas. ¿A cómo sus plantas?, pregunto. Depende, responde ella, y él se acerca. Ese cactus, extiendo el dedo mientras al verlo su figura me remite a una caricatura del Correcaminos. A 30 pesos, joven. ¿Y no se mueren?. No mi amigo esos son resistentes de por sí, ese es del campo, de allá lo trajeron…

El tráfico de plantas en México es un problema que pone en severo riesgo la supervivencia en su medio natural de especies endémicas y nativas. La belleza y rareza de algunas de ellas, consideran los expertos, las condena pues es eso justamente lo que despierta la codicia de coleccionistas locales y foráneos, quienes comercian con esa forma de vida, sin importarles que con su deseo y acciones punibles las sentencian a la extinción, al tiempo que fomentan un mercado que genera pingües ganancias.

Científicos mexicanos como el biólogo Héctor Manuel Hernández Macías quien ha estudiado la vida vegetal y el tema desde hace décadas hacen esfuerzos para rescatar ejemplares o poblaciones únicas con el objetivo de resguardarles en laboratorios y jardines botánicos del país. "El tráfico de plantas en México es un fenómeno que se ha dado desde muy probablemente principios del siglo XX o antes, y sigue existiendo en la actualidad", explicó en entrevista.

“A partir de los años 90 empezaron a ponerse en práctica ya algunos controles por parte de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) y en teoría uno podría pensar que eso se ha reducido pero definitivamente hay evidencias de que sigue existiendo. Cuando uno va a estos mercados de plantas en Xochimilco, viveros comerciales o mercados que hay en todo el país y es claro que algunas de las plantas que están ahí expuestas han sido colectadas del medio natural”, mencionó”. recalcó.

Para el experto en Sistemática, biogeografía y conservación de cactáceas, el saqueo se da en varios niveles: a través de “grupos de comerciantes que van al campo y saquean esas plantas”, así como por parte de coleccionistas particulares quienes adquieren en el mercado o colectan ejemplares por sí mismos.

Por su parte un colega suyo, el doctor Víctor Chávez Ávila, investigador del Laboratorio de Cultivo de Tejidos Vegetales del Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) reiteró que él sabe que "el saqueo se lleva a cabo no sólo por aficionados sino por gente especializada en el área, que saben qué especie, en qué localidad y a quién recurrir para localizar algún tipo de ejemplar, y que las extraen ya no por cantidades sino por su peso".

Durante su carrera como investigador titular C, Hernández Macías, quien es reconocido en el Sistema Nacional de Investigadores (SIN) nivel I, ha recabado información que da fe del alto valor que algunas especies pueden alcanzar en la calle. “Conocí el caso de una cactácea que fue descubierta en los años 90, en el norte de Coahuila, es una especie extremadamente rara que atrajo la atención de los coleccionistas en Europa. Se dice que se llegaron a pagar hasta mil dólares sólo por una de sus semillas”.

El doctor Hernández apuntó que no sólo semillas o especímenes pequeños, sino también aquellas de gran tamaño en etapa adulta, como las llamadas Patas de elefante (Beaucarnea recurvata), se comercian en decenas, cientos o miles de dólares en el extranjero. "De hecho hay una industria en países como Holanda, en donde se reproducen especímenes a gran escala para su venta, y entre ellas hay plantas de origen mexicano", aseveró.

“De esto hay muchos ejemplos, por decir uno el Saguaro (Carnegiea gigantea), una cactácea que vive en Sonora y Arizona. Hay personas que cruzan la frontera y saquean esa especie de ciertas localidades en esos estados y las introducen ilegalmente a Estados Unidos para su venta en viveros comerciales. Esas se valúan en cierta cantidad de dólares por pulgada o por pie, dependiendo de su tamaño”, expuso el autor del libro La vida en los desiertos mexicanos (México, FCE, 2006).

Para los traficantes no hay regiones preferidas para colectar especímenes dado que buscan y extraen de donde sea pero únicamente les importa el tipo de planta a colectar. “Al norte de México en áreas áridas se da de manera más recurrente la extracción de cactáceas. Para los diversos tipos de Pata de elefante o yucas (Agavoideae) buscan en el centro y sur del país. Para las orquídeas es diferente pues crecen en zonas cálido húmedas, y allí es donde se da su saqueo. Otras plantas que son muy colectadas por los traficantes son las Cícadas o Cicádidas (Cycadidae)” abundó.

Hernández Ávila agregó de igual modo que "en una ocasión hubo un decomiso en México de más de un millón de plantas, en donde había cactáceas, orquídeas y cícadas". El investigador recordó también un caso en el que varios individuos llegaron al bosque de niebla de Veracruz y les ofrecieron a los lugareños cinco pesos por cada costal de ese tipo de plantas que les trajeran, mientras que cada ejemplar tenía un costo de ¡300 dólares en Estados Unidos!".

"Supe también que unos japoneses ofrecían mil dólares por una planta extraída del campo, no invernadero. El robo de especies vegetales hoy en día se dirige a poblaciones escasas, lo que aumenta su valor en el mercado negro", dijo.

Al respecto el biólogo Andrew Peter Vovides Papalouka, investigador C del laboratorio de Biología Evolutiva de Cycadales del jardín Botánico Francisco Javier Clavijero Campus II comparte su experiencia: “Desde los años 70 veía cómo gente ajena a esta zona veracruzana cercenaba plantas Chamal (Dioon edule) para venderlas como ornato. Algo que sigue sucediendo en la actualidad”.


Hay quien va más allá en el tiempo para explicar este fenómeno, Emilio Sánchez Martínez quien actualmente funge como director del Jardín Botánico Regional de Cadereyta, afirma en charla que “esta historia abarca varios siglos. Y hoy en día hay ejemplos de especies que siguen siendo sacadas. El saqueo no se focaliza en especies nuevas, sino en otras pequeñas, que son de difícil crecimiento y no son comunes en los mercados”.

Y puso como ejemplo el de la Mammillaria herrerae la cual “tiene una población única de Querétaro. Tenemos incluso mapeada planta por planta. Históricamente el descenso y afectación a su población se debe a que es muy extraída por su belleza”.

Agregó que si bien quedan algunos ejemplares de esa planta, una de las dos poblaciones que existían en esa región mexicana está prácticamente acabada, por el saqueo de años. “Es un ejemplo de cómo una planta puede ser diezmada a lo largo del tiempo al grado de llevarla a desaparecer”, lamentó.

“Las plantas que son saqueadas y sacadas del país aparecen en otros lugares como la República Checa o Japón, pues allí piden plantas que sean de campo, no cultivadas. Salen de manera no legal y empiezan a distribuirse como sucedió en los años 90 con especies como la Geohintonia mexicana y el Aztekium hintonii, y la Mammillaria luethyi. Más recientemente Mammillaria bertholdii y Aztekium valdezii”, enumeró.

Según el analista, en Chile, como en otros territorios ricos en biodiversidad se da con sus particularidades el mismo fenómeno, con lo que se comprueba que esta problemática es internacional. De hecho relata que hace poco vino a capacitarse a México un grupo de expertos de esa nación sudamericana que planifican crear un campo botánico para resguardar sus plantas en riesgo.

“No es necesario que se elimine hasta el último ejemplar para desaparecer una especie; muchas veces la reducción de sus números poblacionales puede desequilibrarla y causar problemas a su sobrevivencia”, consideró Sánchez Martínez.

El doctor Hernández expresó que su rareza es lo que las marca. "Las adquieren como quien colecciona estampillas o monedas. Estoy hablando particularmente de orquídeas, cactáceas, crasuláceas. Esas son plantas muy atractivas visualmente, muy ornamentales que han atraído la atención de estos coleccionistas, quienes llegan a pagar cantidades fuertes por una planta".



En ese tenor el Jefe del Jardín Botánico de la UNAM Javier Caballero, reconoció el problema en el cual “existe un mercado negro y en el caso de las cactáceas, de muchos millones de pesos”.

Así también refirió que tales plantas son vendidas a coleccionistas, y que algunas veces los viveristas las compran para reproducirlas y venderlas ellos mismos. “Cuando uno hace una consulta por internet por alguna especie de estas raras mexicanas se encuentra con algunos viveros que las ofrecen para venta. Un especialista en estos temas alguna vez nos decía que el comercio ilegal de plantas mexicanas puede ser tan grande como el comercio de autos robados. Es una actividad económicamente importante”.


El papel de los jardines botánicos frente al tráfico de plantas


Diversos científicos mexicanos intentan frenar la extinción de plantas resguardándolas o reproduciéndolas para preservar su herencia genética y reinstaurar el medio ecológico. Tal es el caso de científicos que investigan para institutos como el de Biología o jardines botánicos como el de Ciudad Universitaria, el Clavijero o el Regional de Cadereyta.

Javier Caballero Nieto quien forma parte del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) nivel II, y trabaja para el Instituto de Biología de la máxima casa de estudios de México, declaró que “en el jardín botánico de la UNAM hemos recibido en resguardo decomisos de plantas que estaban embarcadas rumbo a China, Vietnam, Suiza”.

Desde que llegó a Veracruz hace 40 años el doctor Andrew Peter Vovides Papalouka, investigador del Jardín Botánico Francisco Javier Clavijero (JBFJC) se ha dado a la tarea de abordar desde su trinchera este problema, y para ello ha creado iniciativas de sustentabilidad y aprovechamiento para los pobladores de Xalapa y sus alrededores así como de reinstauración ecológica de la vida vegetal de la zona. “Un día les dije a los campesinos: Si hay demanda para eso, por qué no hacemos a un proyecto para hacer un vivero”, explicó.

Posteriormente el también curador del jardín botánico del Instituto de Ecología, A.C. (Inecol) capacitó a los habitantes de esa entidad respecto de cómo debían recolectar “el cono de las plantas después de dos años para que esté maduro; checar que haya embrión, luego lavarlos y sembrarlos en un sustrato arenoso”.

A decir suyo el proyecto fue exitoso en cuanto a la reproducción de la planta —90 por ciento de las semillas germinaban— pero no obtuvo los resultados esperados en el plano económico, dado que los especímenes son de muy lento crecimiento pues para que el producto tenga un tamaño apto para su venta deben pasar hasta cuatro años. "Eso desesperaba a los campesinos pues ellos quieren ganar dinero rápidamente".

Vovides abundó que "lo ideal es aprovechar lo que hay en el medio ambiente, trabajar bajo estudios ecológicos para que no se perjudique el medio ambiente, y los campesinos obtengan beneficios. A cambio ellos se comprometen a conservar el entorno; no lo talan ni dejan talarlo”.

A su juicio tal modelo ha sido exitoso dado que ya ha sido replicado por tres reservas de la biósfera en el país —La Sepultura y El Triunfo, ambas en Chiapas, y en la Sierra gorda de Querétaro—; así también en viveros de Veracruz, que reproducen la Palma bola (Zamia furfuracea) del orden Cycadales o la llamada Palma monja (Beaucarnea recurvata).

Vovides Papalouka acota que si bien este tipo de proyecto permanece vigente, “tenemos competencia desleal los saqueadores siguen llevándose las plantas para venderlas clandestinamente y eso realmente es lo que va a en contra de lo que estamos tratando de hacer. Sí es un problema real y necesitamos otro tipo de proyectos”.

En el mismo punto el jefe del jardín de Cadereyta Emiliano Sánchez enfatiza: “El saqueo implica la destrucción del ecosistema porque muchas veces esas extracciones no son limpias sino que hacen tumbadero como se dice vulgarmente”.

Javier Caballero por su parte afirma desde la reserva ecológica de la UNAM que “la manera de poner a salvo estas plantas, y de que puedan salir de la Norma Oficial Mexicana NOM-059-SEMARNAT-2010, por estar en algún nivel de riesgo, es aprender a cultivarlas y propagarlas.

“Pensando en esto y aprovechando la experiencia que tienen varios de nuestros académicos para desarrollar métodos de cultivo in vitro de las plantas fue que decidimos establecer un centro de adopción”. Lo cual ya se repite en el Jardín Botánico Regional de Cadereyta.


El centro de adopción funciona así: el Laboratorio de Cultivo de Tejidos Vegetales del Instituto de Biología reproduce en probeta ejemplares de ejemplares en riesgo de extinción, una vez que tienen el tamaño idóneo las exhibe y convoca a la ciudadanía a "adoptar" una a cambio de una módica suma de dinero; capacita a los "padres adoptivos" para que sean ellos mismos quienes las cuiden. Con ello se pone a salvo el germoplasma y se favorece su propagación, amén que se genera la concientización entre los mexicanos. (http://www.ib.unam.mx/jardin/comoadop/)

“Lo que hemos venido impulsando a nivel nacional es que los jardines botánicos tenemos que desarrollar nuestras acciones de tal manera que contribuyan al cumplimiento de las metas de la estrategia de la conservación nacional mexicana”, expresó Javier Caballero.

De acuerdo con el investigador universitario “esta estrategia se ha venido trabajando desde la década pasada, ya fue publicada y marca una serie de metas a cumplir por el país para contribuir y asegurar la conservación de nuestras especies vegetales en algún nivel de riesgo”.

En palabras de Andrew Peter Vovides, en nuestro país los jardines botánicos están tratando de cumplir con planteamientos internacionales de conservación de plantas. “Estamos comprometidos como jardines botánicos de tener el 70 por ciento de las plantas amenazadas que están en la lista roja (NOM 059), bajo cultivo ex situ, preferible en su país de origen. El Clavijero es un jardín botánico in situ, que se dedica a la flora local, nativa”, indicó.

Vovides también dijo que de ese total se persigue como objetivo “tener el 20 por ciento de plantas disponible para proyectos de restauración ecológica; es decir, restaurar el ecosistema previamente dañado lo más cercano posible a como era antes. Para eso se usan todas las especies de un ecosistema viendo también su variación genética para que no se merme, para volver a reconstruir el ecosistema”.

Del mismo modo Caballero Nieto detalló que “México tiene poco más de 22 mil especies diferentes de plantas, de las cuales son 985 las que se ubican en algún nivel de peligro. Están las que ya se consideran extintas en el medio natural; otras que están amenazadas o que se consideran en riesgo de extinción, y aquellas que se ve que por la manera como avanza el cambio de uso de suelo requieren alguna forma de protección en todo el territorio”.


Hasta el momento el Instituto de Biología de la Universidad Nacional a través de su jardín botánico ha logrado rescatar poco más de 300 especies de las más de 900 consideradas en riesgo, que figuran en la citada Norma Oficial.



Científicos y autoridades mexicanas enfrentan el reto del tráfico de plantas

Cifras oficiales pronunciadas por la subprocuraduría de Recursos Naturales de Profepa, y respaldadas por organismos como Interpol, indican que el comercio de especies amenazadas, algunas de ellas enlistadas en la Norma Oficial Mexicana, genera ganancias de casi 200 mil millones de dólares a nivel internacional. (http://www.Profepa.gob.mx/innovaportal/v/5447/1/mx.wap/presenta_Profepa_52_presuntos_delincuentes_ambientales_ante_mpf.html).

El gobierno mexicano a través de esa entidad realiza inspecciones y operativos en todo el país, para frenar y en su caso desarticular redes o mercados de venta ilegal de plantas. También lleva cabo talleres de capacitación para que las comunidades conozcan sobre el tema y actúen en consecuencia al valorar sus recursos naturales. Lo anterior de acuerdo con información difundida por la dependencia en su portal de internet.

En el site se afirma que la labor de sus inspectores es evitar el tráfico ilegal de vida silvestre, para ello realizan operativos de revisión y vigilancia en todos los eslabones de la cadena de tráfico ilegal (extracción, transporte, acopio y comercialización), coordinándose con instituciones como la Procuraduría General de la República (PGR), Policía Federal, Policía Federal Ministerial, Policías estatales y municipales.

Profepa informó que entre 2013 y 2014 efectuó 694 operativos para combatir el tráfico ilegal de fauna y flora silvestre, lo cual permitió el aseguramiento precautorio de cinco mil 774 ejemplares de vida silvestre, y se pusieron a disposición del Ministerio Público Federal a 94 personas, por su presunta comisión de delitos ambientales.

Información oficial de esa autoridad asegura que “el tráfico ilegal de ejemplares, partes y derivados de flora y fauna silvestres, es un delito de conformidad con el artículo 420 fracciones IV y V del Código Penal Federal, que se castiga con pena de uno a nueve años de prisión y por el equivalente de 300 a tres mil días multa, y se aplica una pena adicional hasta de tres años más de prisión y hasta mil días multa adicionales, cuando las conductas descritas en el presente artículo se realicen en o afecten un área natural protegida, o cuando se realicen con fines comerciales.” (http://www.Profepa.gob.mx/innovaportal/v/436/1/mx/trafico_ilegal_de_especies.html)

Dicho delito es castigado hasta “con nueve años de prisión y una multa que fluctúa entre los 300 y los tres mil días de salario mínimo. Asimismo, se pueden adicionar tres años de prisión y mil días de salario mínimo de encontrarse agravantes como es el comercio ilegal de especies”, señala el documento. (http://www.Profepa.gob.mx/innovaportal/v/5114/1/mx.wap/pone_Profepa_a_disposicion_del_mpf_a_presunto_traficante_de_especies_por_internet.html )

Emilio Sánchez Martínez del Jardín Botánico de Cadereyta avaló que las autoridades realizan cada vez mejores operativos para enfrentar este flagelo ambiental, lo que disuade y frena el tráfico de plantas en parte, no obstante reconoció que aún queda mucho por hacer pues hay poblaciones de plantas que están en franco riesgo de desaparecer ya sea por la extracción o por la erosión del suelo.

El doctor Víctor Chávez Ávila, experto en el tema, corroboró tal dicho al señalar que en los últimos años México vive una pérdida constante y aguda de sus zonas verdes. “En la década de los 90 se perdieron más de un millón 200 mil hectáreas cada año. Hoy en día se están perdiendo cerca de 700 mil hectáreas por día. Lo que representa que en nuestro territorio se ha perdido el 50 por ciento de los bosques”, precisó.

A eso se suma lo que el investigador de la UNAM Héctor Manuel Hernández advirtió sobre lo "imposible que resulta controlar que una persona se introduzca como turista al país y regrese con la maleta llena de cactáceas miniatura. Esto se da, y hay ejemplos de decomisos en aeropuertos de Alemania, Francia o en México”.

Decomiso y salvaguarda de plantas


¿Pero qué sucede cuando las autoridades efectúan decomisos? El científico Javier Caballero respondió que cuando un cargamento con especies animales o vegetales es revisado, se corrobora que ninguna esté en la NOM 059.

Si es así son decomisadas y se contacta a los jardines botánicos locales, como el de la UNAM y se le solicita dejar los ejemplares en resguardo. Allí son entregadas con toda una relación que contiene información específica de cada una.

Una vez recibidas las colocan en invernaderos bajo seguridad y que no están al alcance del público. “Las mantenemos, regamos, si es necesario las trasplantamos a macetas más grandes. A veces nos las traen con las raíces al aire, y lo que nosotros hacemos es plantarlas, en algún contenedor apropiado”, expuso.

El investigador de la UNAM compartió que las mantienen hasta que inicia el juicio, todo un procedimiento legal en el que el legítimo propietario debe acreditar su propiedad. De no ser así el juez toma la decisión de dejarlas de forma definitiva en la institución, pero generalmente ocurre así.

Después de eso son incorporadas a las colecciones del jardín botánico. Si las plantas son muy pequeñas se les busca un sitio adecuado. Para que no puedan ser extraídas o robadas con facilidad se les lleva a invernaderos cerrados bajo llave y se usan para propagación.

Caballero aseguró que en los últimos años el jardín botánico ubicado en Ciudad Universitaria “ha recibido cerca de mil 500 ejemplares entre orquídeas, cactáceas y otras plantas que están en la lista de especies en peligro de extinción o en la norma 059".

Cómo la Ciencia salva la flora silvestre

Virginia León Règagnon del Instituto de Biología (IB) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) lidera el equipo que desarrolló el Código de barras de la vida silvestre, cuyo objetivo es evitar el tráfico de especies en nuestro país.

Ese proyecto está conformado por un listado con el registro fotográfico, taxonómico y genético de las características de cada especie animal y vegetal que están en riesgo de extinción en nuestro país. A partir de eso se ha generado la Biblioteca de referencia de secuencia de ADN.

La intención de los científicos es que este procedimiento de reconocimiento de especies en peligro de desaparición se aplique en aduanas, fronteras y puertos. Se tomarán muestras de tejidos de los especímenes que luego serán cotejadas con los datos del banco de datos. Eso aumentará el nivel de protección de tales especies al reducir el comercio de las mismas.

La experta en Biodiversidad y sistemática filogenética y molecular señaló en plática que esta iniciativa es financiada por el buscador de internet Google y el Instituto Smithsoniano (http://www.si.edu/) de Estados Unidos, y que en julio de 2015 iniciará la capacitación y entrega de equipos de toma de muestras y material a los inspectores de Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y a las autoridades respectivas.

León Règagnon quien trabaja en la Unidad Occidente del IB de Colima, realizó la licenciatura, maestría y doctorado en Biología en la Facultad de Ciencias de la UNAM, reconoció que Profepa, la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) y Semarnat aportaron toda la información que tienen sobre el tráfico internacional de especies.


"Obtuvimos las 200 especies que más se trafican en México y que son prioritarias. Además tuvimos que definir una lista de 800 especies más, o sea cuatro más por cada una de las prioritarias, que fueran similares o que estuvieran emparentadas cercanamente, porque de esta manera podríamos tener la información de las especies con las aquellas se pueden confundir", describió.

Asimismo manifestó que si bien este protocolo ya está listo, aún deben reducir tiempos de obtención, estudio y comparación de material genético —y ajustarse a los lineamientos legales— para que a principios de 2016 empiece a funcionar.

Es preciso decir que en la República Mexicana la red que coordina todo esto se denomina Mexbol y aglutina alrededor de 100 miembros de diversas instituciones. (http://www.mexbol.org/index.php?cmd=user:home)

Los esfuerzos de los investigadores se suman en todos los ámbitos. El doctor Vovides Papalouka describió de manera puntual cómo se lleva a cabo una colecta hecha por especialistas.

Se hacen exploraciones de campo, basado en una búsqueda en los herbarios. Hay dos tipos de colecta en campo: una para el herbario y otra para las colecciones vivas. Para el primero se colecta flor y fruto, se prensa y se toman todos los datos y se guarda en un herbario, que es como una biblioteca, detalló.

Para colectar especies vivas se eligen ejemplares jóvenes pues los de mayor tamaño son más difíciles de colectar. Para la extracción sólo se usan pala y pico, se toman a veces mediodía de trabajo y se pone especial atención en cuidar la integridad del tallo.

“Las Cycadidae crecen en suelos muy rocosos, en pendientes muy empinadas, hasta peligrosas por los animales de ese hábitat, como serpientes de cascabel”, describió quien obtuvo el Premio Estatal del gobierno de Veracruz de Medio Ambiente 2003 en la categoría Académico.

La planta se extrae entera desde la raíz, su forma es como la de la zanahoria, es decir, tiene una principal y secundarias laterales. Se le saca lo más completa y limpiamente posible, se le da una poda y se rocía con fungicidas comerciales como Captan, para que no se infecte y para evitar que los hongos patógenos infecten al espécimen.

“Es igual que cuando uno se corta y hay peligro de que se infecte la herida, la curas con antisépticos. Es lo mismo con la planta, hay que proteger donde están los daños”, dijo Vovides.

Luego se enraíza en el jardín botánico en suelo pasteurizado conformado por una mezcla uno a uno de grava, arena, tierra de hoja y/o negra. Eso depende del tipo de planta y de la zona donde se llevó a cabo la colecta.

“Si son de zonas áridas necesita un suelo más abierto, que drene, que no se anegue el agua. Las especies selváticas necesitan más materia orgánica pero también que drene bien y se cuida en invernaderos”, abundó.

Eventualmente se coloca en exposición o se mantiene como una colecta científica con sus datos respectivos: nombre científico, lugar de colecta, comisiones de colecta, tipo de vegetación, tipo de sustrato, clima, las coordenadas donde fue hallada, datos de municipio, estado, nombre común, es decir si la gente la llama de alguna forma se registra, nombre del colector, la fecha y el número de colecta. Para todo ello hay un formato llamado Ficha de colecta.
Es preciso decir que en el Jardín Botánico Francisco Javier Clavijero se encuentra la mayor colección nacional de Cycadidae.


La concientización como un arma eficaz contra el tráfico de plantas



De acuerdo con Caballero Nieto “mantener este tipo de plantas en las colecciones de los jardines botánicos es bueno porque es una manera de asegurar que el germoplasma de estas especies estará disponible si desaparecieran de su entorno natural. Sin embargo decimos esto es bueno pero no es suficiente. Lo que hay que hacer es aprender a cultivarlas, propagarlas, de tal manera que podamos reducir el impacto de la extracción ilegal de estas plantas de su medio natural”.

El titular del jardín botánico unamita enunció que “los jardines botánicos en el mundo además de ser espacios recreativos, tienen un papel muy importante para la conservación de la diversidad vegetal a nivel mundial".

Del mismo modo señaló: "Éste y la comunidad de jardines botánicos a nivel nacional e internacional —conformada por al menos 800 sitios— hemos venido alineando nuestro trabajo de investigación, de mantenimiento de colecciones y de educación con las estrategias de conservación de la biodiversidad derivadas de la convención de medio ambiente de Río”.

El ingeniero Emiliano Sánchez es de la idea de que la población nacional y foránea “está cada vez más sensibilizada” sobre este problema que afecta a todos los países con riqueza verde. Sin embargo dado que se vive actualmente una “crisis de la biodiversidad, es decir con tazas muy fuertes de extinción, una de cada tres plantas de las 240 mil especies de plantas vasculares están en riesgo de extinción, existe una necesidad de hacer labor de conservación urgente y eficiente además de incrementar la sensibilización en la población”.

Y para ello mencionó: “Los jardines botánicos hacen una muy buena labor en esta tarea permanente, sin embargo aún hay un sector de la población al que no llegamos y hay un alejamiento de las personas que viven en las ciudades, y que se desconcatenan (sic) de la naturaleza y sus valores”.

El queretano amplió al decir que nuestro país aún no llega al punto en que las personas cuiden, observen y monitoreen que las plantas no se extingan. “Eso permitirá mantener la calidad de vida y la vida misma en el planeta”, reiteró.

“Es necesario que cada mexicano interiorice esta importancia y quizás desde niño, para que entienda este circuito entre el consumo y destrucción de recursos; entre desarrollo y conservación. Este tipo de conceptos son relativamente nuevos en la historia de la humanidad pero se deben enseñar a través de un proceso ético; es decir por gusto, no por obligación”, finalizó.


En este tianguis de la Ciudad de México como hay muchos todos los días, los olores y gritos confunden al transeúnte. Marchantes que llaman a sus clientes con suculentos productos ofrecen lo mismo comida, ropa, víveres o plantas. Un joven que oferta vida verde dice que las Plantas Cicas valen 200 pesos y las Patas de elefante 50.

Le comento que ese ejemplar de allí, la palmita que vende es una Cycadidae; que México es el segundo país con mayor variedad de ese tipo de especies, después de Australia; que es una planta que convivió con los dinosaurios hace más de 260 millones de años, y que está en peligro de extinción. Su mueca me dice todo. Sus ojillos oscuros me miran con una mezcla de desprecio, enojo e indolencia. Me ignora. No le veo caso seguir diciéndole nada más y reinicio mi marcha…



Este reportaje fue publicado en La Jornada en Línea el 9 de julio de 2015. Las fotos son al igual que el texto del escribiente
http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2015/07/09/trafico-de-plantas-en-mexico-o-el-precio-de-la-vida-verde-que-se-extingue-4995.html

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