miércoles, 10 de marzo de 2021

Isela Vega: Soy todo lo que fui, soy todo lo que soy actualmente y todo lo que seré



La actriz mexicana, quien rompió tabúes y esquemas en la escena nacional, falleció este 9 de marzo de 2021

"No sé si intencional, pero por intuición yo siempre fui por ese lado, yéndome en el cine por los desnudos, como a acabar con esos tabúes, como acabar con esas formas tan viejas; romper los viejos moldes", dijo en una entrevista en 2009, en la que además habló de su carrera, la grosería y el lenguaje

"A veces usamos muy pocas palabras ya; un chingado arregla muchas cosas, dicho a tiempo: No me estés chingando. Me gusta un diálogo: ‘estaba todo al chingazo y de repente a la chingada’", comentó en su momento

 


Miguel G. Galicia

Murió Isela Vega a los 81 años de edad, la mujer de piel de sueños y lengua sin hueso, de inteligencia venturosa, mordaz, y mirada infinita, de personalidad acerada, y sonrisas de mar. La que con sus papeles en proyectos como Las pirañas aman en cuaresma (1969), El llanto de la tortuga (1975), La ley de Herodes (1999), en teatro o televisión, rompió esquemas y tabúes en un país con doble moral que era capaz de estigmatizarla como "encueratriz" —fue la primera latinoamericana en aparecer en la portada de la revista Playboy—, pero que la adoraba por eso, por ser una figura transgresora.

En una entrevista ofrecida en 2009, Isela Vega (5/11/1939, Hermosillo, Sonora- 9/3/2021) dejó brotar su voz de cascada, y aún cuando ya tenía tonalidades de venerable anciana, se le podía reconocer la fuerza de aquellas lejanas juventudes, cuando con su sola evocación humedecía los sueños de quienes la conocieron.

Aquí el testimonio:

Mientras charlamos no puedo evitar imaginar a esta actriz de portentosa sensualidad enfundada en el traje que mejor le ajusta: el de felina. Se regodea en ese nicho-retrospectiva creado para ella en mi mente; la contemplo chica a go-gó, Diosa de Petatiux, envuelta en cachondería, mientras se escuchan temas a lo Juan Torres y su órgano melódico.

En su momento, lo sabe, sus desnudos y su hablar rompieron esquemas en un país como el nuestro —el de las buenas consciencias como las describe Carlos Fuentes—, y reflexiona amable, sobre la grosería, la palabra, su carrera y otros temas.

Filmes como "Las pirañas aman en cuaresma" (1969), "El llanto de la tortuga" (1975), "La ley de Herodes" (1999), “El oficio más antiguo del mundo” (1970), “Muñecas de medianoche” (1979), y entre muchas otras “Brig me the head of Alfredo García” (1974) de Sam Peckinpah, la tienen en el Olimpo de la cinematografía nacional.



—Isela Vega, ¿la grosería es catártica?

—La grosería ya se volvió una costumbre. Se enfrió un poco el significado real, ya no es un insulto, realmente es parte de nuestro lenguaje. No llega a encender ánimos; quién sabe en algunas circunstancias. En la cotidianidad es nuestro lenguaje.

—Ahora el insulto pasó a la intención de cada palabra…

—Más bien, sí, sí, sí. A veces usamos muy pocas palabras ya; un chingado arregla muchas cosas, dicho a tiempo: No me estés chingando. Me gusta un diálogo: ‘Estaba todo al chingazo, y de repente a la chingada’.


Es la década de los años setenta e Isela Vega vive uno de sus mejores momentos profesionales. transcurre el sexenio de José López Portillo; “Los Polivoces”, “Hogar dulce hogar” y  “El Chapulín colorado” son los programas de la televisión más vistos en nuestro país. Los valores familiares son la prioridad de la recién formada Televisa (1972). Así pues, el teatro y con mayor fuerza la carpa reflejan con mucha nitidez lo que sucede en la sociedad.

Es la noche del 19 de diciembre de 1976 y la obra “Juegos de amor” de Wilberto Cantón, llega a las 500 representaciones en la carpa México. Una obra donde el albur y las palabras altisonantes son moneda de cambio. Carlos Monsivais recupera las frases con que la anunciaban: “Isela Vega al desnudo. Como usted la quería ver”; “Con el permiso de sus esposa, véala. No apta para gente sin criterio”.

—¿Recuerda usted esa noche?

—Sí como no, uuuy yo tengo muy buenos recuerdos de “Juegos de amor”, fue una experiencia fantástica en la carpa; también catarsis diaria.

La actriz irrumpió en el mundo del espectáculo con su fuerte presencia de mujer emancipada, la antiheroína de su época, y al mismo tiempo elevó a niveles de sublimación las groserías. Palabras que Octavio Paz describe como: “Las antiguas malas palabras, secretas; las palabras malditas que sólo pronunciamos en voz alta cuando no somos dueños de nosotros mismos”.

—Vino a romper con el puritanismo verbal que existía en México señora…

—Claro, para mí siempre fue, no sé si intencional, pero por intuición yo siempre fui por ese lado, yéndome en el cine por los desnudos, como a acabar con esos tabúes, como acabar con esas formas tan viejas; romper los viejos moldes. Esas son para mí no más que palabras que se las lleva el viento, claro que la intención es lo importante cuando se habla.

—¿El mexicano  le teme a las palabras?

—Claro, pero también usa mucho un doble lenguaje, muchísimo. Somos el error semántico. Porque ese doble lenguaje, esa doble moral y todo viene de un sistema confesional que nos impusieron los conquistadores ¿no?

—Y es el lépero quien con sus leperadas se revela y enfrenta al sistema de castas de esa época, que lo relegaban por no pertenecer a ninguna casta.

—Entonces yo soy descastada, rebelde.

—Me parece que usted es obscena, de tan buena actriz…

— Obscena-buena actriz —ríe a carcajadas—, está bien, me gustan los términos. Sí, tal vez he sido valiente o transgresora y a lo mejor sí he querido darle voz a un lenguaje que no tiene voz, que no tiene aceptación, qué se yo. A lo mejor he querido acabar con el mito, con los esquemas tan envejecidos y tan buenos para nada. Porque no hay paso para adelante. Esas bagatelas te cortan la libertad y el progreso. Eso es lo que no trae progreso. Estar metido en patrones tan viejos, tan inservibles, por lo mismo.

—¿Esa forma de pensar la hace una chingona?

—No es por eso, no llevo un fin determinado sino la acción para mí es un fin. Aunque quede algo, una pequeña inquietud en alguien para mí es importante de pensarse.

—En usted las palabrotas y las chingaderas pierden su poder profanatorio

—Pues también, no estoy tratando de que así sea. Aspiro a la libertad de expresión. Ahora sí; libertad de expresión pues ándale pues, vamos por ahí. A que me manden a la santísima verga jejejeje.

—¿Cómo prefiere que la recuerde el público mexicano, como aquel símbolo sexual del cine que rompió tabúes o como una actriz de alcurnia?

—Mira, que me recuerden porque uno muere por lo menos dos veces: cuando te entierran físicamente y cuando te olvidan, así que si me recuerdan qué padre, será que todavía no me he muerto; me darán un poquito de más larga vida; eso es bueno, como sea porque soy todo eso; soy todo lo que fui, soy todo lo que soy actualmente y todo lo que seré; uno no es un personaje nada más; tiene muchos matices, no es todo blanco y negro; hay grises, es así; son etapas de mi vida distintas.



Sobre las series, en las que en su momento participó, como en "El Pantera", de Televisa, haciendo el papel de una procuradora de justicia, dijo que le gustaban "porque es lo que más se parece al cine, se arma por escenas por secuencias; es diferente a las telenovelas, documentales.

"Las series en México están tomando un auge importante, y lo van a tomar mucho más, es nuevo para nosotros en Latinoamérica, pero por ejemplo en Estados Unidos ya tiene mucho más tiempo, pero claro está pegando mucho porque es cine en capítulos, pero la hechura como cine es fantástico".

—La inseguridad y violencia de esta serie es grosera pero se parece a la realidad o se queda corta.

—Se parece mucho y a veces se queda corta, estar ahí en la acción y ver todo el movimiento, me dejaba pasmada, porque es lo que vivimos todos los días, nada más que nosotros vemos un condensadito en los noticiarios. Si uno no está cerca de esa violencia sólo puede ver un fragmento de esa realidad.

—Con todo lo que sabe de leyes ya no se la chamaquean en la calle

—Jajaja, no, ya sé un poco más de los estatutos, procedimientos, las reglas cómo opera la policía, más o menos los operativos. Nada menos es la procuradora. Pero yo quiero traer a la justicia al Pantera, porque no puede ser que de casualidad que en cuanto crimen sucede en cuanto operativo hay salta el nombre del Pantera. Yo ya sospecho mucho, hasta del general que hace López Tarso que lo protege; quiero arrestarlo.

—¿Para ser procuradora se tiene que ser cabrona señora?

—Cabrona y media; cabrona y lo que sigue

Y así  con esa proverbial exactitud que da el llamar al pan, pan y al vino, vino, Isela Vega Durazo sonorense de pura cepa, de Hermosillo para más exactitud; la de la lengua si hueso, valiente y reivindicadora de las “malas palabras”, finalizaba la charla sin pensarlo dos veces, respondiendo a una pregunta:

—¿Si fuera una grosería cuál sería señora?

—Qué chingaderas.


Fotos tomadas del blog: http://starletshowcase.blogspot.com/search/label/blonde--

Entrevista publicada en 2010 en Milenio Semanal, y una parte en El Gráfico

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