La actriz mexicana, quien rompió tabúes y esquemas en la escena nacional, falleció este 9 de marzo de 2021
"No sé si intencional, pero por intuición yo siempre fui por ese lado, yéndome en el cine por los desnudos, como a acabar con esos tabúes, como acabar con esas formas tan viejas; romper los viejos moldes", dijo en una entrevista en 2009, en la que además habló de su carrera, la grosería y el lenguaje
"A veces usamos muy pocas palabras ya; un chingado
arregla muchas cosas, dicho a tiempo: No me estés chingando. Me gusta un
diálogo: ‘estaba todo al chingazo y de repente a la chingada’", comentó en su momento
Miguel G. Galicia
Murió Isela Vega a los 81 años de edad, la mujer de piel de sueños y lengua sin hueso, de inteligencia venturosa, mordaz, y mirada infinita, de personalidad acerada, y sonrisas de mar. La que con sus papeles en proyectos como Las pirañas aman en cuaresma (1969), El llanto de la tortuga (1975), La ley de Herodes (1999), en teatro o televisión, rompió esquemas y tabúes en un país con doble moral que era capaz de estigmatizarla como "encueratriz" —fue la primera latinoamericana en aparecer en la portada de la revista Playboy—, pero que la adoraba por eso, por ser una figura transgresora.
En una entrevista ofrecida en 2009, Isela Vega (5/11/1939, Hermosillo, Sonora- 9/3/2021) dejó brotar su voz de cascada, y aún cuando ya tenía tonalidades de venerable anciana, se le podía reconocer la fuerza de aquellas lejanas juventudes, cuando con su sola evocación humedecía los sueños de quienes la conocieron.
Aquí el testimonio:
Mientras charlamos no puedo evitar imaginar a esta actriz de
portentosa sensualidad enfundada en el traje que mejor le ajusta: el de felina.
Se regodea en ese nicho-retrospectiva creado para ella en mi
mente; la contemplo chica a go-gó, Diosa de Petatiux, envuelta en cachondería, mientras se escuchan temas a lo Juan Torres y su órgano melódico.
En su momento, lo sabe, sus desnudos y su hablar rompieron esquemas en un país como el nuestro —el de las buenas consciencias como las describe Carlos Fuentes—, y reflexiona amable, sobre la grosería, la palabra, su carrera y otros temas.
Filmes como "Las pirañas aman en
cuaresma" (1969), "El llanto de la tortuga" (1975), "La ley
de Herodes" (1999), “El oficio más antiguo del mundo” (1970), “Muñecas de
medianoche” (1979), y entre muchas otras “Brig me the head of Alfredo García” (1974)
de Sam Peckinpah, la tienen en el Olimpo de la cinematografía nacional.
—Isela Vega, ¿la
grosería es catártica?
—La grosería ya se volvió una costumbre. Se enfrió un poco
el significado real, ya no es un insulto, realmente es parte de nuestro
lenguaje. No llega a encender ánimos; quién sabe en algunas circunstancias. En
la cotidianidad es nuestro lenguaje.
—Ahora el insulto
pasó a la intención de cada palabra…
—Más bien, sí, sí, sí. A veces usamos muy pocas palabras ya;
un chingado arregla muchas cosas, dicho a tiempo: No me estés chingando. Me
gusta un diálogo: ‘Estaba todo al chingazo, y de repente a la chingada’.
Es la década de los años setenta e Isela Vega vive uno de sus mejores momentos profesionales. transcurre el sexenio de José López Portillo; “Los Polivoces”, “Hogar dulce hogar” y “El Chapulín colorado” son los programas de la televisión más vistos en nuestro país. Los valores familiares son la prioridad de la recién formada Televisa (1972). Así pues, el teatro y con mayor fuerza la carpa reflejan con mucha nitidez lo que sucede en la sociedad.
Es la noche del 19 de diciembre de 1976 y la obra “Juegos de
amor” de Wilberto Cantón, llega a las 500 representaciones en la carpa México.
Una obra donde el albur y las palabras altisonantes son moneda de cambio.
Carlos Monsivais recupera las frases con que la anunciaban: “Isela Vega al desnudo.
Como usted la quería ver”; “Con el permiso de sus esposa, véala. No apta para
gente sin criterio”.
—¿Recuerda usted esa
noche?
—Sí como no, uuuy yo tengo muy buenos recuerdos de “Juegos
de amor”, fue una experiencia fantástica en la carpa; también catarsis diaria.
La actriz irrumpió en el mundo del espectáculo con su fuerte
presencia de mujer emancipada, la antiheroína de su época, y al mismo tiempo
elevó a niveles de sublimación las groserías. Palabras que Octavio Paz describe
como: “Las antiguas malas palabras, secretas; las palabras malditas que sólo
pronunciamos en voz alta cuando no somos dueños de nosotros mismos”.
—Vino a romper con el
puritanismo verbal que existía en México señora…
—Claro, para mí siempre fue, no sé si intencional, pero por
intuición yo siempre fui por ese lado, yéndome en el cine por los desnudos,
como a acabar con esos tabúes, como acabar con esas formas tan viejas; romper
los viejos moldes. Esas son para mí no más que palabras que se las lleva el
viento, claro que la intención es lo importante cuando se habla.
—¿El mexicano le teme a las palabras?
—Claro, pero también usa mucho un doble lenguaje, muchísimo.
Somos el error semántico. Porque ese doble lenguaje, esa doble moral y todo
viene de un sistema confesional que nos impusieron los conquistadores ¿no?
—Y es el lépero quien
con sus leperadas se revela y enfrenta al sistema de castas de esa época, que
lo relegaban por no pertenecer a ninguna casta.
—Entonces yo soy descastada, rebelde.
—Me parece que usted es
obscena, de tan buena actriz…
— Obscena-buena actriz —ríe a carcajadas—, está bien, me
gustan los términos. Sí, tal vez he sido valiente o transgresora y a lo mejor
sí he querido darle voz a un lenguaje que no tiene voz, que no tiene aceptación,
qué se yo. A lo mejor he querido acabar con el mito, con los esquemas tan
envejecidos y tan buenos para nada. Porque no hay paso para adelante. Esas
bagatelas te cortan la libertad y el progreso. Eso es lo que no trae progreso.
Estar metido en patrones tan viejos, tan inservibles, por lo mismo.
—¿Esa forma de pensar
la hace una chingona?
—No es por eso, no llevo un fin determinado sino la acción
para mí es un fin. Aunque quede algo, una pequeña inquietud en alguien para mí
es importante de pensarse.
—En usted las
palabrotas y las chingaderas pierden su poder profanatorio
—Pues también, no estoy tratando de que así sea. Aspiro a la
libertad de expresión. Ahora sí; libertad de expresión pues ándale pues, vamos
por ahí. A que me manden a la santísima verga jejejeje.
—¿Cómo prefiere que
la recuerde el público mexicano, como aquel símbolo sexual del cine que rompió
tabúes o como una actriz de alcurnia?
—Mira, que me recuerden porque uno muere por lo menos dos veces: cuando te entierran físicamente y cuando te olvidan, así que si me recuerdan qué padre, será que todavía no me he muerto; me darán un poquito de más larga vida; eso es bueno, como sea porque soy todo eso; soy todo lo que fui, soy todo lo que soy actualmente y todo lo que seré; uno no es un personaje nada más; tiene muchos matices, no es todo blanco y negro; hay grises, es así; son etapas de mi vida distintas.
Sobre las series, en las que en su momento participó, como
en "El Pantera", de Televisa, haciendo el papel de una procuradora de
justicia, dijo que le gustaban "porque es lo que más se parece al cine, se
arma por escenas por secuencias; es diferente a las telenovelas, documentales.
"Las series en México están tomando un auge importante,
y lo van a tomar mucho más, es nuevo para nosotros en Latinoamérica, pero por
ejemplo en Estados Unidos ya tiene mucho más tiempo, pero claro está pegando
mucho porque es cine en capítulos, pero la hechura como cine es fantástico".
—La inseguridad y
violencia de esta serie es grosera pero se parece a la realidad o se queda
corta.
—Se parece mucho y a veces se queda corta, estar ahí en la
acción y ver todo el movimiento, me dejaba pasmada, porque es lo que vivimos
todos los días, nada más que nosotros vemos un condensadito en los noticiarios.
Si uno no está cerca de esa violencia sólo puede ver un fragmento de esa
realidad.
—Con todo lo que sabe
de leyes ya no se la chamaquean en la calle
—Jajaja, no, ya sé un poco más de los estatutos,
procedimientos, las reglas cómo opera la policía, más o menos los operativos.
Nada menos es la procuradora. Pero yo quiero traer a la justicia al Pantera,
porque no puede ser que de casualidad que en cuanto crimen sucede en cuanto
operativo hay salta el nombre del Pantera. Yo ya sospecho mucho, hasta del
general que hace López Tarso que lo protege; quiero arrestarlo.
—¿Para ser
procuradora se tiene que ser cabrona señora?
—Cabrona y media; cabrona y lo que sigue
Y así con esa proverbial exactitud que da el llamar al pan, pan y al vino, vino, Isela Vega Durazo sonorense de pura cepa, de Hermosillo para más exactitud; la de la lengua si hueso, valiente y reivindicadora de las “malas palabras”, finalizaba la charla sin pensarlo dos veces, respondiendo a una pregunta:
—¿Si fuera una
grosería cuál sería señora?
—Qué chingaderas.
Fotos tomadas del blog: http://starletshowcase.
Entrevista publicada en 2010 en Milenio Semanal, y una parte en El Gráfico
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