jueves, 10 de diciembre de 2020

Covid-19 en Ciudad de México: infectados, un caso / II Ciudad Miedo

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El gobierno de la Ciudad de México ha dispuesto 25 #MacroQuioscos para pruebas de antígeno y detectar #Covid19. "Es para pacientes con siete días desde el inicio de sus síntomas. De lunes a sábado, 9:00 a 14:00. El resultado estará de entre 15 a 20 minutos con una efectividad del 95%", afirma / Foto: @SSaludCdMx


Miguel G. Galicia

Hemos llegamos a la fila y las fichas 13, 14 y 15 nos recompensan la desmañanada. G y C se quedan en el auto. G me pide que la deje estar conmigo unos minutos para que la gente la vea y no crean que somos abusones y ella se metió a la cola.

 

La mujer que nos entrega los cuadrados de cartón rotulados con pluma, nos explica el procedimiento, aprendido de tanto repetirlo. Harán una fila y luego de responder un cuestionario harán otra, ya para ingresar al quiosco para que les practiquen la prueba. Entregamos las fichas para que nadie se meta, porque luego ha habido problemas.

 

Sé de lo que habla, éste es un barrio de piel dura, como muchos de esta zona.

 

"Jurisdicción Sanitaria Milpa Alta. Acciones de prevención contra Covid-19, difusión de acciones de Jornada Nacional de Salud Pública, entrega de materiales informativos y sesiones educativas" / Foto: @SSaludCdMx


El gobierno citadino ha decidido, y así lo ha puesto en marcha, un programa de pruebas rápidas en unos quioscos, para identificar los crecientes casos de Covid-19 en este territorio de más de 20 millones de personas.

 

Y aquí estamos, esperando como las 100 personas que a las 9 am, ya están formadas. Mantenemos la distancia lo más que podemos, pero detrás de nosotros la gente se junta, sin importar que estemos en semáforo naranja. O no saben, o no les importa o quién sabe.

 

Una carpa nos espera, luego de que el equipo médico llega tarde y se acomoda en esta sede de salud, que en otro momento fue un módulo policíaco, retomado en esta administración, como muchos otros.

 

Preguntas varias: generales, domicilio, consultivas sobre la pandemia.

 

G y C salen, y se forman, yo las alcanzo un par de minutos después. Todos usan cubrebocas. El recelo al otro nos aleja. Solo unos cuántos hablan entre sí. Se siente miedo vestido de comprensible tensión.

 

"Labor en los Kioscos de la Salud instalados en la Jurisdicción Sanitaria Venustiano Carranza: Plaza Adolfo López Mateos, colonia Moctezuma 2da. Sección y explanada de la alcaldía. Toma de muestras Covid-19 y orientación médica." / Foto: @SSaludCdMx


Por más que lo intentamos G, C y yo, no podemos mantener la sana distancia, conforme llegamos a nuestro turno, con los de atrás que se acercan demasiado unos a otros, pero nosotros siempre les damos la espalda.

 

A C se le antoja una mandarina, a mí también; compro un kilo al vendedor que no recuerdo si usa cubrebocas y exprime naranjas para vender litros por unos cuántos pesos. Cometo el error de no lavar la fruta, ¡pendejo!, me fustigo ahora.

 

Me pasa lo mismo que a muchos: me cuesta desinfectar todo, absolutamente todo lo que nos llevamos a la boca. Justifico: difícil hacerlo pues gana la vieja costumbre que obliga a entender la nueva normalidad. Nada debe comerse si no se lava o limpia con alcohol y agua o desinfectantes.

 

Paso primero a la prueba para que cuando C, que es menor de edad, lo haga, yo la espere. Sigue G.


 Un médico aplica la la prueba en un Kiosco de la Salud / Imagen tomada de https://covid19.cdmx.gob.mx/

Nos piden que esperemos enfrente. Allí de plano la sana distancia ya no existe, o sucede a la manera chilanga, que debe repetirse en todas partes. Menos del 1.5 metro de alejamiento. Les pido a G y a C que esperen en el auto. Yo afuera aguardo separado del grupo.

 

Entregan los primeros nueve resultados, pues así lo han dispuesto los encargados del lugar. Me acerco y escucho que solo a uno le dicen que es positivo, le recomiendan que llame a Locatel, que se cuide y que le harán llegar un kit médico y apoyo económico. El joven agacha la cabeza. Se le ve moquiento, con las manos en los bolsillos asiente. El hombre mayor, que al parecer es su padre, y él suben a su automóvil y se van. El chico en la parte trasera.

 

En la siguiente tanda me llaman, G y yo hemos dado Negativo, pero C positivo. De nueve, otra vez, solo una positiva. Estadística de botepronto, al vuelo. Contagiados uno de cada nueve.

 

Aturdido, como si su voz me hablara mientras desciendo en un pozo, escucho la letanía de la mujer, aprendida a fuerza de repetición. "Llame a Locatel, le harán…".

 


Un médico toma datos a quienes se les aplicará la prueba en un Kiosco de la Salud / Imagen tomada de https://covid19.cdmx.gob.mx/

Al 10 de diciembre de 2020, el site del gobierno de la Ciudad de México indica que hay un 60% de ocupación hospitalaria; tres mil 277 camas generales ocupadas; 958 camas ocupadas con ventilador; un 23% de positividad, 27 mil 774 de casos activos y se han realizado 680 mil 399 pruebas realizadas por la administración Sheinbaum.

 

Luego de regresar a casa llamamos a Locatel pero los paso son confusos, apriete el botón tal, ahora el otro, al final nada… Otro día, y otro, tardan mucho. Se corta… claro es tiempo de pandemia, poco personal, miles de llamadas

 

Y al fin, casi una semana después.

"Para información sobre Covid- marque 1

Si tiene síntomas de Covid, marque 2

Para realizar un diagnóstico inicial e identificar el riesgo de haber contraído coronavirus envíe desde su celular un mensaje sin costo con la palabra Covid19 al 51515, también puede realizarlo en la página de internet…

Si presenta síntomas de Covid-19 y desea conocer el riesgo de haber contraído coronavirus continúe en la línea, en un momento le atenderemos.

Gracias por llamar a Locatel en un momento lo atenderemos…

Si requiere información del programa Hoy no circula o de otros servicios cuelgue y vuelva a marcar y seleccione la opción 4…"

 

 Imagen tomada de https://covid19.cdmx.gob.mx/

Caso 10 minutos después, atiende una persona que pide datos de quién fue el positivo a la prueba de Covid-19, y pide que cuando llegue el momento sea la menor quien responda un cuestionario que versa sobre sus posibles síntomas.

 

Resulta que sí siente dolor en la garganta, en el cuerpo —aunque no sea del todo a causa de la enfermedad, pues no sabe diferenciar a sus nueve años lo que es un verdadero dolor a una molestia—. Al finalizar, la voz del otro lado me dice que por su obesidad, y respuestas, ya ha sido considerada como caso de gravedad, que me pasará a un especialista.

 

Éste, un doctor muy amable y paciente, responde preguntas y disipa dudas que le hacemos G y yo.

 

Las mismas recomendaciones pero aclara que se requiere reposo, que no puede asegurar al 100 por ciento que ya no presentemos agravamiento, pese al tratamiento que ya tenemos, y que nos mandó a G y a mí, la médica que nos atendió.

 

Recomienda que esperemos y solo si nos agravamos acudamos al sistema de salud pública. Que él ya envió la información a la autoridad para que nos contacten y continúe el protocolo.

 

Minutos después le llaman a G y luego de corroborar los datos, le piden nuestra ubicación, pues la dirección ya la tienen. Ella se las manda con ubicación del WhatsApp, y tras perderse por estas otrora barrancas, llegan en una camioneta blanca, tipo Pick Up, dos muchachos de no más de 30 años.

 

Sin más dilación, bajo a recibirlos, y mediante sana distancia y cubrebocas, ellos entregan sendas cajas, una con un kit médico y otra con despensa. Traen abierto un sobre que me extienden y me piden que les permita tomarme una foto mostrando todo.

 




El muchacho ha dejado ambas cajas en el suelo, y yo solo toco el papel que ya me extiende la chica, pero en ese momento empiezo a rociar todo, con mi desinfectante. Poso, no trato de sonreír debajo del tapabocas, clic, y listo. Se despiden.

 


Subo, y abro la caja grande, que también viene abierta, y veo que contiene productos de primera necesidad, 1.5 k de frijol negro, uno de arroz, lenteja, de amaranto, medio kilo de azúcar, un paquete de galletas, un sobre de café, de korn flakes, de sopa, de gelatina, de electrolitos, un jabón, tres latas de atún, un litro de aceite y un paquete de papel higiénico.

 




En la otra, cubrebocas, gel antibacterial, dos cajas de paracetamol, folletos informativos, una tarjeta que, me aclaran, debemos activar porque es una "ayuda de la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum", y en mi cabeza resuena ese mensaje —sin sentido creo, pues no hay duda de que la gobernante ha hecho su trabajo frente a la pandemia—, que identifico como partidista de viejo cuño, asegurando que los ciudadanos relacionemos el apoyo con un nombre, en este caso de la gobernadora de esta ciudad.

 


"Debe activarla primero, ahí están las instrucciones, y es solo un apoyo económico", asegura la chica antes de irse.

 


Luego de varios intentos, G hace lo necesario para darla la alta, en la App que viene en las instrucciones, y el saldo dice $0 pesos.

 


Hay que regresar a trabajar, desde casa, pues de no hacerlo, a los síntomas que ya tenemos, le agregaremos el estrés a nuestros cuerpos por falta de dinero.

 


De todo lo acontecido queda una frase, que dice el doctor amable con voz metálica, que nos cimbra: "La prueba que les hicieron (la del isopo), tiene alto margen de error", para positivos y negativos. La más fiable, afirma, es la que analiza muestras de sangre.

 

De ser cierto, ¿cuántas personas resultan y han resultado "negativas" a Covid-19 con tales pruebas, y salen y han salido a propagar la pandemia, sin saberlo, a las calles de Ciudad de México?... Ciudad Miedo, Ciudad Rojo, Rojo Covid...

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