El periodista habla de este compendio de más de 20 años de carrera / Crédito de foto:
Erik Esparza
Miguel G. Galicia
Adalberto Arcos Landa, mejor conocido como Betto Arcos (7 de abril de 1962, Xalapa, Veracruz) ha visto tanto del mundo de la música que bien podría pasar por un Marco Polo sonoro, y es en su libro "Music Stories from the Cosmic Barrio" (Fogra Editorial, 2020), que hace un recuento de sus más de 20 años de andares por ese vasto universo, y gracias a sus textos, que escribe como cuadros, crea un mapamundi que nos muestra ecos de todos los rincones de esta canica azul. Sí, de todos los rincones.
Arcos es uno de esos periodistas de la vieja guardia, respetados y respetables en la radio pública estadounidense, que han incursionado en géneros como la entrevista, el reportaje, la crónica; ha sido locutor, productor, viajero, coleccionista, representante artístico, promotor cultural, pero sobre todo es un conversador de largo aliento, de esos que uno quiere encontrarse en cualquier parte de la vida para, trago o café en mano, frente a la hoguera del tiempo, atizar con anécdotas e historias, el fuego de la historia.
Avecindado en Los Ángeles, California, habla a través de la pantalla y comparte este compendio el cual solo es una parte de sus múltiples encuentros con decenas de artistas, músicos, productores, grupos; voces todas con las que confecciona el rompecabezas musical que le ha tocado vivir de primera mano.
"El libro es el resultado de la comunidad; gracias a los colegas, la familia y amistades que me han nutrido", afirma.
"Music Stories from the Cosmic Barrio", está dividido en secciones temáticas, con la intención de realizar un trabajo de curaduría que, reconoce, no fue fácil organizar; sin embargo, cumple con el objetivo de aglutinar cada escrito con el objetivo de trazar una ruta.
En Identity, Power, Learning, Brazil, Cuba and The Diaspora, Adversity, social Unrest and Violence, Inmigration, Community Building, Instruments, Producers, Place and Nation, hallamos personajes como Carlos Vives, Juanes, Dhafer Youssef, Diego El Cigala, El Personal, La Cuneta, Silvio Rodríguez, Los Gaiteros de San Jacinto, Polka Madre, Ibrahim Maalouf, Rubén Luengas, Rodrigo y Gabriela, Hamilton de Holanda, Anouar Brahem, Arturo Márquez, Omara Portuondo, Las Hermanas García, Hermeto Pascoal, Bibí Ferreira, Leon "Ndugu" Chancler, Jorge Drexler, Eduardo Llerenas, Concha Buika, Carla Morrison, María Volonté, Flor de Toloache, Jugle Fire, Doymé Arocena, Yo-Yo Ma, Rosalía, Guillermo Contreras, La Santa Cecilia, Jon Balke, Jordi Savall, Carlos Do Carmo, Gustavo Santaolalla, Leo Brouwer y, entre muchos otros, Lila Downs, con quien trabajo como su co-manager, durante casi siete años.
Danay Nápoles
Pero ¿cuál fue la fórmula para lograr encajar cada voz en este globo terráqueo hecho de tinta y papel? Arcos responde que fue todo un reto, pues con muchos de los entrevistados platicó en varias ocasiones, y si bien quedó mucho que no pudo ser incluido, el resultado lo dejó satisfecho.
"Primero, debían ser crónicas, perfiles y reportajes que salieron al aire en radio". Luego depuró a consciencia. "Cada texto tenía que contar una historia, que atrapara", expone. En esa labor tuvo que revisar sus propios archivos para la NPR, además de buscar aquellos programas que aún quedaban intactos en internet.
¿Pero cómo llega Adalberto Arcos Landa a este punto? Él mismo cuenta, e igual que en su libro, enumera de manera sucinta, imágenes que recupera y comparte con la nitidez de quien está acostumbrado a relatar.
Éste libro es "el testimonio de que he estado, que he viajado" / Crédito de foto: Juan Pablo Soler
Siendo un muchacho, Betto era monaguillo en la parroquia de Guadalupe en el barrio El Dique, en Xalapa, cuando Robert, el hermano y sobrino del sacerdote de ese templo, de nombre Juan Donald, llegaron de visita desde Palo Alto, California, y debido a que no podía hacerlo, le pidió al chico de 14 años de edad que los llevara a conocer la ciudad.
Al culminar el paseo, y en agradecimiento, lo invitaron a visitarlos en algún momento a Estados Unidos. Luego de varios intentos fallidos, Adalberto logró quedarse con ellos, como otro miembro de esa familia; lo matricularon en la escuela y así, como muchos paisanos que cruzan a esa nación norteamericana, aprendió el idioma, se sumergió en la cultura, lo que a la postre le permitiría regresar, y estudiar una carrera universitaria, que le costeó un empresario para el cual trabajó y que vio en él talento suficiente para dejar huella.
El experto en música del mundo habla como si se refiriera a otro, sin presunción, sino como de quien gusta departir. Estudió y se graduó con honores en Periodismo en la Universidad de Colorado Boulder; fue traductor en una ocasión de Eduardo Matos Moctezuma, a petición expresa de un profesor en su universidad; llegó a la radio pública de Colorado, de manera fortuita antes de iniciar sus estudios, cuando un amigo suyo —y compañero de trabajo en un restaurante— lo invitó a compartir sus saberes sobre música, y allí al productor le gustó su estilo y le ofreció quedarse en su lugar.
La suerte decidió su destino, aunque su voluntad y trabajo, le permitieron mantenerse y crecer en su carrera profesional.
En su caso, también ha sido la música la que lo ha buscado. Su padre, explica, escuchaba estaciones de radio de Monterrey y Ciudad de México; pero fue el programa "La Legión infantil de madrugadores", conducido por Griselda Hernández Portilla y Martín Casillas y en donde transmitían las canciones de Francisco Gabilondo Cri Cri, El Grillito Cantor, las que lo marcaron, escribe en la presentación de "Music Stories from the Cosmic Barrio".
Las historias de animales fantásticos que cobraban vida, que hablaban, que tenían una vida de ese célebre compositor mexicano, en la radio, como hicieron con muchas otras generaciones, lo transformaron, y sembraron en Betto, una semilla en su interior, que años más tarde echó raíces, dio brotes y follaje, y lo han motivado a buscar y contar otras historias, como ahora.
A Betto Arcos le ha tocado vivir de cerca y promover desde 1993, desde los albores de la llamada Wolrd Music, el fenómeno cubano Buenavista Social Club, el lanzamiento de muchos artistas que hoy en día son proyectos consolidados.
Fiel a sus ideas, afirma que no gusta de poner canciones sin ton ni son. "Me gusta escuchar un disco de principio a fin", no canciones sueltas. Por ello, su track listing diario incluye música africana, cubana, son huasteco, jazz, y ávido por expandir sus fronteras de melómano, busca sonidos nuevos, oriundos, de todas partes; ya sea que le hagan llegar los propios artistas o disqueras o por internet.
En su madurez como persona y periodista, Adalberto Arcos Landa, mejor conocido como Betto Arcos, reconoce que un esfuerzo de memoria como éste es "el testimonio de que he estado, que he viajado", y ha descubierto que a los seres humanos "hay algo que nos une, el lenguaje universal, la música".
Foto: tomada del muro de Facebook del autor
En este proyecto, muy didáctico, viajamos de su mano por ritmos como el vallenato, el rock, el candombe, la música ranchera, la world music, el son cubano, el son jarocho, el son huasteco, el chamamé, la samba, la trova. De Mali a la costa chica de Guerrero, de Jalisco, México, a Irán; de Los Ángeles a la Orinoquía; de Montevideo a La Habana; de Malawi a Portugal; de Buenos Aires a Quebec, de Andalucía a Chile, de Boyacá a Compostela…
Antes de decir adiós, Betto revela que "Music Stories from the Cosmic Barrio", es solo el principio, pues se ha propuesto realizar una versión en español del mismo —por el momento solo está disponible en inglés—, y otra digital, para que llegue a más personas; además, alista otro libro de entrevistas, pues tiene muchísimo material, como las 15 entrevistas de Ry Cooder, solo por dar un ejemplo.
Gracias a él ahora sabemos de ritmos y sonidos musicales en lugares ignotos, que de otra manera se habrían perdido en la nada. "Soy un poco de todo, la base es la melomanía. Las ganas de escuchar la música; por allí empieza todo, desde mi niñez".
Betto Arcos Landa es incansable y siempre está pensando en su siguiente viaje al universo musical, para traer ejemplos nuevos de ésa cosa, hecha de sonidos y silencios, que nos salvará, para maravillarnos, como lo hizo en su momento Marco Polo con los productos traídos del lejano oriente.
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