miércoles, 10 de febrero de 2021

Esa cosa, hecha de sonidos y silencios, que nos salvará / Misirlou

Ara Malikian
 

Miguel G. Galicia

 

Te tomo en mis brazos, arrullo tu cabeza con suavidad, beso tu montañosa figura y espero a sorber los últimos vientos de tu aliento. Hacerte el amor tiene un poder sobre mí que nunca había experimentado. Abro mi cuenta de Spotify y dejo que suene. Ara Malikian toca Misirlou y a mi mente llega la cinta de Tarantino.

 

El arco haciendo vibrar las cuerdas, con la velocidad de lo imposible.

 

Me regodeo en los acordes, y huelo el perfume de tu piel nevada. En el bello que puebla tu infinita geografía de tierra prometida encuentro el cosmos, todas las de tu raza reunidas en una misma, tú. El rumor de tu sexo es tan estruendoso como el tronido de un relámpago que se pierde en la lejanía.

 

Penetro mil veces tu amorosa vagina, despacio como sé que te gusta, al tiempo de mi balcánico ritmo gitano, relamo tus muslos y bebo esa mezcla creada entre mi saliva y tu sudor. En ti creo, diosa de carne, forjada entre mis besos y tus ayes.

 

Adivino tu lengua rasposa en la boca apretada, tus ojos revisan su interior. Arqueas la espalda, apenas lo suficiente para sacudir estos delicados huesos con piel y pelo que yacen sobre mis hombros.

 

Del placer pasamos al dolor con sólo una mordida. Tú empiezas, arañas mi espalda, arrancas un poco de mí sin importarte mis quejidos, eso te excita, lo sé. Tú boca arriba, yo encima, dentro tuyo, sobre de ti; separo mi pecho del tuyo y danzamos al mismo tiempo, bailamos y respiramos al ritmo que nuestros sexos nos imponen.

 

Cierro los ojos y te acompaño al fondo de este agujero que cavamos juntos, profundo y oscuro como cuenca sin ojo, de la mano hasta azotar nuestros convulsionados cuerpos. Allá en el fondo reposamos instantes eternos, aunque sólo pasen unos minutos o días, no se sabe.

Ara Malikian / RICARD FADRIQUE

La explosión llega sola, en cadena, una, la primera es pequeña e inicia todo, la onda expansiva nos convierte en líquido, masa de músculos contraídos, cansados. Lo embravecido de tu sexo me invita a morir en ti ahogado; sin pensarlo muero, pero antes, entre respiraciones cortas, lastimosas, te inundo de mi, mientras arranco con mis manos la carne de tus piernas y de todo aquello que me queda a la mano, la como; a dentelladas cerceno cada parte de eso que a estas alturas queda de ti, tus senos los devoro, a sabiendas de que tuya es la reencarnación.

 

No queda casi nada de ti, tu maltrecho cuerpo ensangrentado me dio vida, mitigó mi hambre. Al final recojo tu corazón y lo beso tiernamente. Después en un movimiento rápido y certero abro mi pecho en canal con mis propias manos, puedo verme por dentro, soy de un rojo tan intenso como el atardecer.

 

Me acomodo a tu lado, en tanto tú, cariñosa como siempre, arrancas el poco pelo que me queda. Nos recostamos uno al lado del otro; sollozantes esperamos a que amanezca o nos durmamos, lo que suceda primero. La música sigue en sordo soliloquio.


Créditos de fotos:

Foto 1:  tomada de: https://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/caceres/ara-malikian-soy-igual-feliz-tocando-10-000-personas-10_1258256.html

Foto 2: tomada de https://www.elperiodico.com/es/onbarcelona/escuchar/20171222/ara-malikian-violin-historia-concierto-6507853

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